* 6 *

6 6 0
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Respóndame esto, sir: ¿Qué hay más humano sino es desear una segunda oportunidad?

El Último Beso de sir Harland


Cassius tenía un recuerdo: El vizconde jamás tuvo una afinidad por los eventos sociales, de eso se encargaba más su esposa. Los eventos y celebraciones que se realizaban en la casa campestre de los Whitmore estaban enteramente manejados por lady Bianca, la madre de Cassius y señora de la casa. Juntos formaban el equipo perfecto: de la parte más metódica y matemática como las finanzas se encargaba por supuesto el vizconde, y de la parte más social e interactiva era función de la vizcondesa. Y, aunque Cassius siempre supo que ellos no se casaron por amor, de vez en cuando podía ver los destellos el cariño sincero que se tenían ambos.

Los únicos eventos a los que asistió, al menos antes de que Adriana debutara en sociedad, fueron las reuniones campestres de los Whitmore. El problema era que, pese a tener ya edad suficiente como para ser considerado un hombre, Cassius era rezagado a ser un niño más de la larga lista de invitados. Y si Cassius sentía aquello como un insulto siendo el más pequeño de los tres hermanos, no quería ni imaginar lo que Berowne sentía al respecto. Aunque claro, él parecía más molesto por no todas las interrupciones que traía aquello a sus estudios.

Otra que también lucía ofendida era la misma Adriana quien, ya con dieciocho años, aún no había sido presentada en sociedad. Aunque su padre había sido bastante claro en ese aspecto: primero Adriana debía formarse en sus estudios para luego sí poder conseguir marido. La vizcondesa, aunque en un inicio se mantuvo renuente a aquella idea, al final terminó cediendo al notar las verdaderas virtudes de Adriana para las ciencias. Eso sí, ¡por supuesto que cada que podía mencionaba las increíbles aptitudes de su talentosa hija! Bianca Whitmore era una madre orgullosa de su hija. No solo su hija, sus tres hermosos herederos.

El problema con aquellas reuniones era, como ya bien estaba claro, que los tres muchachos eran niños. Por lo que no los integraban a las conversaciones de los invitados, tampoco a sus juegos y por supuesto mucho menos podían beber. El padre de Cassius se encargó de que los tres chicos estuvieran tan lejos como fuera posible de alguna copa con licor. No tenía fundamentos reales para su teoría de que el alcohol tenía efectos nocivos en el cuerpo humano, pero decía que una bebida que podía hacerte perder el sentido de la prudencia con efectos secundarios como jaquecas no podía ser saludable.

Así que, cuando su madre le dijo a Adriana que esa temporada iba a ser presentada en sociedad, Cassius sintió que su vida cambiaría para siempre. Fue una pequeña velada musical en la casa de los Quince, por lo que durante unos días dudaron si debían hacer el debut en ese evento. Al final, y por un poco de presión por parte de Adriana, los tres hermanos por fin pudieron considerarse parte de la sociedad.

Con el Filo de la Lengua ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora