Capítulo 4

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Alastair.

Soy un estratega.

Para mi, la vida es como un tablero de ajedrez en el que una mala jugada puede costar la caída del rey.

O de la reina.

Muchos piensan que el ajedrez es un simple juego en el que debes usar tu inteligencia pero implica mucho más que eso; necesitas estrategia. Debes conocer la mente de tu oponente, sumergirte en ella hasta el punto de controlarla. Deber conocer sus debilidades y jugar con ellas. Para un adicto al control como yo, resulta excitante.

Baso mi vida en ello; planificar y ejecutar. Como una jugada maestra.

No doy pasos en falso. Nunca.

Eso es lo que me permite tener el control, y eso me gusta. Para algunos puede ser un signo de debilidad, puede que estén en lo cierto pero para mi, es una forma de mantener mi mente ocupada. Una forma de silenciarla.

Mi obsesión con el control llega a todos los ámbitos de mi vida. Repito: nunca doy pasos en falso. Planeo cada maldita acción que pueda interferir; mujeres, amistades, trabajo. Todo sigue un patrón del que nunca me he salido.

Hasta ayer.

No sabría decir que fue lo que me hizo decidir que me acostaría con esa morena de mirada dulce como la miel. Puede que fuese el se negara a decirme su nombre lo que me hizo olvidar mis patrones, no lo sé. Lo que sé es que una vez que tomo una decisión, no hay vuelta atrás.

Así que, la follé. Y la maldita era una virgen.

No me acuesto con virgenes, son un dolor de cabeza innecesario; tampoco lo hago con chicas que acabo de conocer ni prostitutas. Lo último supongo que es porque aún me queda algo de moralidad.

Aunque no mucha.

Anoche infringí dos de esas normas. Debí haberme dado cuenta de que era virgen, estaba muy estrecha pero eso me hizo disfrutar tanto que ni lo pensé.

Me di cuenta al ver los restos de sangre seca entre sus muslos.

Fue un error, no lo supe ver entonces pero ahora lo sé. Lo sé porque ese error está delante de mis narices en este preciso momento.

Está parada en el umbral de la puerta, haciendo que la luz que se filtra desde los ventanales delinee sus suaves curvas ceñidas a la tela de su vestido negro. Casi parece irreal.

Examina la escena con sus grandes ojos color miel que están tan abiertos como los de un cervatillo a punto de ser atropellado. A juzgar por su expresión, ella está tan, o incluso más, sorprendida que yo por encontrarnos aquí.

— Jaque mate— Sentencia Luca.

Ni que lo digas.

Está sentado frente a mí, de espaldas a la puerta en la que ella aún sigue parada. Hasta este momento ha estado tan centrado en el juego que empezamos hace semanas, que aún no se ha percatado de ella.

— ¿Has perdido el habla, Caine?— Se burla mientras se levanta de su asiento.

Alisa su traje de corte italiano y se mueve hacia la licorera para servirse una copa de Macallan. Es ahí cuando capta la presencia de ella.

Su hermana menor.

Todavía no se verbalizado por lo sé. Ella es Dahlia Maroni, la hermana menor de Luca Maroni.

Steel Heart [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora