1

5 0 0
                                    

Pasarse las manos por la cara y encontrar rastros de sudoración por la ansiedad de la abstinencia era común. Estar tirado en las baldosas del baño, completamente solo y desesperanzado era su rutina. Estar sensible a cualquier sonido y ver cualquier mínima referencia a alguna sustancia nociva que tanto pedía su organismo para consumir.

Esa era su realidad, la realidad de Billie Joe Armstrong luego de ser víctima de lo que sería el punto máximo de su locura por meter a su cuerpo esa provocativa sustancia. Esa sustancia que tanto daño le hacía y le sigue haciendo a pesar de estar una semana limpio

"Soy el jodido padre del punk ¿Así es como debo terminar?" Pensó mientras veía a cualquier punto del techo blanco del baño. El baño era lujoso, por supuesto, tenía más dinero del que podía contar y vivía en el piso más lujoso digno de un hotel californiano ¿Pero qué importaba eso cuando vivía solo entre todos esos privilegios?

Porque sí, estaba solo, Adrienne, su ahora ex-esposa, lo había dejado hace unos meses por aquel mismo problema, las drogas. Tantas peleas provocadas por ellas terminaron por hacer colapsar a su mujer y pidiendo inmediatamente el divorcio. Billie, siendo sinceros, la comprendía, habían perdido aquella chispa desde hace demasiado, demasiado tiempo.

Y bueno, sus hijos, Joey y Jakob, no estaban molestos con él, pero ya eran adolescentes y lo último que querían era aguantar los problemas de su padre drogadicto, vivían con Adrienne por su propia decisión y muy pocas veces se veían; Alguno que otro triste mensaje en un chat que hace días que no se actualizaba .

No supo por cuánto tiempo se mantuvo mirando esa telaraña en el techo, pero finalmente terminó por levantarse cuando su estómago rugía y su mala posición le hacía doler su espalda. Últimamente se sentía más una bolsa de papas que un cuerpo humano.

Caminó hasta la cocina y abrió la nevera.

 ¿Por qué aún seguía teniendo la esperanza de encontrar algo para saciar su necesidad? Porque, a pesar de sentirse completamente solo, constantemente una médica personal venía a revisar su estado y, por supuesto, ver si escondía alguna sustancia. Se sentía como un niño que no puede comer azúcar y que es constantemente controlado por sus padres. Un niño de 40 años.

Agarró una botella de jugo y la abrió para beberla, aunque esta supiese desabrida y sin gracia, también era la extraña necesidad de consumir algo dulce.

Un ruido debajo de él lo hizo ahogarse y manchar su camiseta del líquido que estaba bebiendo, miro hacia abajo, a sus pies (que llevaban unos calcetines mojados porque ni siquiera se interesaba por cambiarse) y volvió a sentir esa sensación de vibraciones debajo de él. 

Su fácil irritabilidad no ayudó en nada, intentó hacer esos ejercicios de respiración que le habían explicado y que tan bien conocía por sus años con ansiedad. Pero el ruido seguía y eso no se lo dejó fácil; Tendría que hacer algo que odiaba: Hablar con desconocidos.

No es que fuese una persona completamente cerrada, si tenía que hablar por supuesto que lo haría, pero no era de sus cosas favoritas y menos en este estado. Debía ponerse mínimamente presentable para salir de su departamento y bajar las escaleras hasta el piso de abajo, no sea cosa de encontrar a alguien que lo conociera (Cosa que siempre pasaba).

"No puede ser tan difícil pedir que dejen el culo quieto un rato" Pensó Billie.

Lo primero que hizo fue mandar una queja anónima a la recepción del edificio, pero claramente eso no ayudaría en nada.

Los ruidos continuaban y decidió terminar con esto por su propia cuenta. 

Buscó con rapidez unas zapatillas (Sí, sin molestarse que aún tuviese los calcetines mojados) y algún abrigo para disimular un poco su estado físico; Nadie, aparte de sus conocidos más íntimos y familia, sabían por lo que estaba pasando, aunque era predecible.

Salió de su departamento y bajó por las escaleras, para ahorrarse un momento incómodo si es que alguien también entraba. Tal vez estaba algo introvertido, solo un poco.

En el pasillo, donde estaban las puertas de los otros departamentos, encontró uno con la puerta abierta en el que constantemente salían y entraban personas que parecían ser personal de mudanza, casi se choca con uno, de hecho. 

No quería parecer un mirón o metido, pero, además del ruido de todas esas personas, una molesta guitarra sonaba al palo del volumen y eso era lo que provocó las tantas vibraciones que lo molestaban. Pasó por al lado de la puerta abierta y observó a lo que parecía ser un muchacho muy metido en su papel de rockstar.

¿Debería hablarle o simplemente irse de nuevo para no pasar vergüenza? 

(k + b)Where stories live. Discover now