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Se tensó cuando unas manos le rodearon la cintura y solo se cruzó de brazos, maldiciendo en sus adentros cuando sintió el pecho duro de San contra su espalda, atrayéndolo en un abrazo, el imbécil se estaba aprovechando que no podía decirle nada enfrente de los bailarines, mucho menos después de lo que San se había encontrado en sus cajones y podía decírselo a cualquiera.
Sintió como el idiota olía su cabello, intentó ignorarlo, tratando de concentrarse en las palabras del coreografo.

—... no se olviden de coordinar esa parte entre ustedes, es lo único que falta, pero por hoy eso es todo, vayan a descansar.

Todos suspiraron con alivio, intentando que San lo dejara en paz trató de caminar, pero éste simplemente rodeó sus hombros y camino a su lado.

—Te veo en tu habitación, lindo. —Susurró en su oreja y dejó un beso discreto ahí.

Maldijo, mirando su espalda alejarse de él, se frotó el rostro frustrado.

—Hijo de puta... —Masculló entre dientes.

No se sorprendió cuando entró a su habitación y lo encontró con unas bragas entre sus manos.

—Te dije que no husmearas entre mis cosas. —Se cruzó de brazos, mirando con molestia como se acercaba a él.

—No la saque de tus cosas.

Miró la ropa interior entre sus manos, bueno, era verdad, no era suya, de hecho parecía nueva, hasta tenia una etiqueta y eran color rosa pastel, pero parecían tener una decoración algo rara.

San camino hacia el, lo tomó de la cintura y junto sus labios con desesperación, en segundos sintió sus piernas temblar, la lengua del mayor se movía hábilmente dentro de su boca, se quejó cuando lo mordió, cuando lo tocó por todos lados, y aún asi no lo empujó, se dejó hacer, gimió en protesta cuando rompió abruptamente el beso y se volvió a la cama.

—Pontelas. —Se las lanzó mas cerca y lo miró con furia, tratando de reponerse del beso tan intenso pero que no había durado lo que quería.

—Vete a la mierda. —Espetó, pero San se cruzó de brazos y espero a que Wooyoung obedeciera. —Largo.

—Pontelas. —Repitió. —O voy a mandar los audios de tus gemidos de perra en celo por el grupo del chat.

Se congeló en su lugar, y lo miró como si hubiera visto un fantasma.

—No te atreviste a... —Tragó saliva cuando San saco su teléfono y se fue directo a los audios, reproduciendo uno de ellos.

"Ah, uhmm, j-joder, si, ahhh."

—No te imaginas cuantas veces me he tocado escuchando esto, imaginando que soy yo quien te hace gemir así. —Sonrió y cerró los ojos, como si estuviera saboreando los gemidos que salían de su teléfono.

El menor sintió los colores subirse hacia su rostro con violencia y se acercó rápidamente a San, preparado para darle una bofetada, pero éste no tuvo problemas con agarrarlo fácilmente de los brazos y detenerlo.

—¡Sueltame, imbecil, te voy a romper la maldita boca, ya veras, hijo de perra! —Se removió tratando de soltarse y San lo obligó a darle la vuelta, sujetándolo entre sus brazos.

—Ponte las jodidas bragas. —Le dijo entre dientes contra su oído, ya con poca paciencia, comenzó a dejar besos en su cuello y mordió su nuca.
Se estremeció y tenso la mandíbula cuando se dio cuenta de que ya estaba duro, ¿por qué? Mierda, según estaba molesto, pero claramente su cuerpo se concentraba en las palabras asquerosas que San le decía.

Cerró los ojos y contó hasta diez, sintiendo sus ojos lagrimear, no sabía si era por molestia, vergüenza o porque ya estaba excitado y eso le enfadaba.
Tomo las bragas y lo que le pareció que era un diseño extraño color blanco, resultó ser semen, seco.

WooSan - SanWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora