introducción.

583 50 11
                                    

Santiago Narvaja había tenido insomnio alguna que otra noche

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Santiago Narvaja había tenido insomnio alguna que otra noche.  No era algo diagnosticado ni que consideraba debía serlo, pues no era tan frecuente como para ser serio.

No poder dormir anterior al primer día en un nuevo ciclo lectivo, o antes de aparecer por primera vez en un set.  Después de eso, agarra confianza y puede dormir tranquilo, tan fácil como eso.

Pero era un problema que parecía haber empeorado desde que empezaron a grabar.

El proceso de casting tuvo meses de longitud, y, a pesar de querer con su vida un papel en aquella película presentada tan misteriosamente, fue ese tiempo lo que lo hacía pensar (aunque no estaba orgulloso de ese lado pesimista suyo) que en cualquier momento lo podían echar.   Esa negatividad era suficiente como para dejarlo dormir en paz.

Pero había una... ¿ansiedad?  Tan inexplicable que le brindaba la experiencia de filmar en una producción tan grande por primera vez, que las noches que se pasa sin dormir, o que duerme por menos de dos horas, se multiplicaron preocupantemente.

Los primeros en darse cuenta fueron los trabajadores del equipo de maquillaje, que tenían que tapar las ojeras para ya darse a sí mismos el lienzo en blanco.   El rubio se explicaba, insistía diciendo — mil disculpas, pasa que estos días, no sé porqué, pero no estoy pudiendo dormir — y ellos, tan amables como siempre, le decían que no había problema alguno.

Después el elenco, que notaba como cabeceaba o sus ojos se ponían pesados por el sueño en medio de una grabación (la mayoría de veces, gracias a Dios, esto pasaba cuando él no estaba en cámara), como se apagaba su luz, como dejaba de reírse, hacer bromas y de mostrar afecto a los otros.

La carencia de sueño lo estresaba, y la idea de que cualquier otra persona lo supiera (o almenos que lo escuchen de su boca) no era de su agrado, por lo cual se lo guardaba todo, incluso si estaba demasiado adormilado como para darse cuenta que sus amigos ya lo habían descubierto y estaban bastante preocupados.

Esto lo había llevado a dormirse en los lugares más inesperados: siestas en el set, cuando no tenía que estar en la escena; en los autos, cuando iban de camino a algún lado; con un mate en la mano, en el medio de una conversación.   La lista podía seguir por rato, porque a Santiago le agarraba sueño en los peores momentos, lo cual parecía empeorar sus horarios incluso más.

Era una de esas tantas ocasiones que el estrés no lo había dejado dormir en toda la noche que Juan Caruso se acerca a hablarle.

— Santi, tenés una pinta pero terrible.

— Y si, con todo este maquillaje no espero verme particularmente lindo.

— No- no, obvio.  — el de cabellos amarronados suelta un par de carcajadas antes de ponerse serio una vez más. — Pero incluso sin el maquillaje, tenés pinta de que llevas cinco meses sin dormir, ¿estás bien?

El cordobés suspira, decidiéndose a apoyar su espalda en la nieve, el contrario decide hacer lo mismo, moviendo la cabeza para no perder de vista los cansados ojos claros.

— Es una pregunta boluda. — admite el bonaerense antes de que el otro siquiera piense en qué decir.  — No estás bien, Santi, me doy cuenta y estoy preocupado.  En realidad, lo que te quiero preguntar es ¿en qué te puedo ayudar?

El cordobés se queda en silencio por un par de minutos.

— Desde que empezaron las filmaciones que no puedo dormir bien.   No sé porqué, si la causa es el estrés o algo, pero me encuentro durmiendo, máximo, dos horas por día.  No sé que hacer, lamento que la respuesta te decepcione.

— No, para nada.

La conversación muere ahí, pero Santiago se permite a si mismo acercar su cabeza al hombro de su amigo y tratar de cerrar los ojos por un segundo.  Tratar porque, tan pronto como lo hizo, juani le da palmaditas en la cara.

— No te duermas, Santi.

— No me voy a dormir, Juani.  — su voz sonaba cansada y sus movimientos lentos lo traicionaban.

— Vos te tendrías que ver a un espejo, realmente parece como si te fueras a desmayar en cualquier momento.

El rubio se sienta, alejándose de Juani una vez más, mirando alrededor del set.

— ¿Sabés qué estaría necesitando ahora?  Un buen mate, tibio, lavado, dulce.

— Eso me suena a todo menos a un buen mate.  —  el cordobés pone los ojos en blanco ante la burla.

— Y bueno.. ¿Qué querés que haga?  A mi me gusta lo dulce.

Los dos se quedan en silencio por un par de minutos, viendo como algunos amigos suyos siguen filmando una escena.

— Santi,  — lo llama el bonaerense con determinación en su voz. —  Te voy a ayudar con este tema del insomnio tuyo, o al menos voy a tratar, ¿Dale?

— Dale. — le sonríe el rubio, esa sonrisa que es tan capaz de enloquecer a cualquier hombre, son los ojos que se le achinan y el singular hoyuelo que se forma en una de sus mejillas.

— Dale, ahora vamos a conseguirte un mate, pero uno bueno enserio porfavor, bien amargo.

El rubio pone los ojos en blanco mientras los dos se paran y se ponen a buscar un lugar donde recargar el termo.

El rubio pone los ojos en blanco mientras los dos se paran y se ponen a buscar un lugar donde recargar el termo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hace mucho que no escribo fanfics así AAAAAA que emoción.

Hay UN solo fanfic de Santi y Juani, obviamente tenía que hacer algo para cambiarlo.

Nada, eso, tengan lindo día y recen para que lo termine, que no sé como mantener hábitos y capaz que lo abandono en 2 días jaja.

la cura para el insomnio (j.c. & s.v.n)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora