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La rutina de los chicos empieza temprano, a las cinco de la mañana

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La rutina de los chicos empieza temprano, a las cinco de la mañana. Trabajan mientras haya luz de sol que pueda iluminar las tomas. Salen a las seis del hotel para llegar a la montaña a las ocho.

A las cinco de la mañana todavía no hay rayos de sol ni tanto silencio. Empiezan a sonar las alarmas al unísono, algunas siendo realmente ruidosas, otras siendo canciones tranquilas o los sonidos predeterminados del celular, o si no Juani que, apenas despierta, está a los gritos, corriendo y tocando las puertas de todos.

El rubio es quien normalmente no la tiene tan mal porque el otro sigue todavía medio adormilado, entonces tiene la voz más ronca y callada, su cuerpo está más pesado entonces le da unas cuantas palmadas en el hombro para despertarlo.

Entonces es una sorpresa despertarse con los rayos del sol pegándole en la cara, siendo capaz de escuchar el sonido de las hojas de los árboles fuera del hotel moviéndose con fuerza.

¿Qué hora es? ¿No le sonó la alarma?

La cama de Juani está vacía, Santiago se siente perdido mientras prende el celular, eventualmente viendo que son las 4:16 de la tarde.

Se levanta de la cama, apurado. No entiende porqué, si total llegaría a las montañas casi a la hora de irse. Pero justo la puerta es abierta.

- ¡Hola, bella durmiente! - Juani sonríe mientras entra al cuarto. Tal sonrisa se desvanece cuando nota la preocupación que porta Santiago en sí. - ¿Qué pasa, Santi?

No podía negar que la idea de decepcionar a Bayona, al elenco, a todo el equipo, le rompía el corazón. Sus manos tiemblan tan ligeramente que es fácil no darse cuenta de el hecho, pero Juani lo nota y entrelaza sus dedos con los del cordobés.

- ¿Vos escuchaste mi alarma? Capaz me olvidé de ponerla.

- Santiago, sonó mi alarma, la tuya, te traté de despertar yo, te tiré agua, vino medio elenco a tratar de despertarte, por un momento pensamos que la palmaste.

- ¡Ay, culiado! ¡Eso no se dice ni de chiste!

- Debe haber sido la pastilla para dormir.

- Seguramente, sí..

El rubio suspira, frustrado. Genuinamente la pastilla para dormir parecía demasiado buena para ser verdad.

- Ya le vamos a encontrar la forma, Santi, tranqui.

Santiago rueda los ojos, pero después apoya su cabeza en el hombro de su amigo. Juan estaba fresquito todavía y esa sensación era recomfortante a comparación de la cama cálida después de descansar en ella por tanto tiempo.

- ¿Qué pones los ojos en blanco vos, nene? ¿Vos querés que te pegue una trompada?

- Es que sigo cansado. Dormí 18 horas y sigo cansado, Juani, no puede ser. ¿Qué hice yo mal?

la cura para el insomnio (j.c. & s.v.n)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora