Bárbara
Sabía que París vendría a mi apartamento, su madre se había encargado de llamarme para contarme lo que había sucedido. Cuando me pidió que la dejara quedarse en mi apartamento no me quedó opción, si hubiera sido por mí, habría dicho que no; no porque me molestara, al revés disfrutaba de su compañía, sin embargo esta vez tendría que tener más cuidado con todo lo que hiciese; las conversaciones con mis padres, las llamadas de teléfono de sus padres, o incluso los documentos que me habían dado con información sobre ella. Así que cuando colgué la llamada me dispuse a guardarlo todo bajo la cama rezando porque nunca lo encontrara.
Tenerla allí se me hacía demasiado raro, es cierto que me sentía acompañada y el apartamento se veía diferente con su presencia, pero me sentía un poco incómoda. Cuando me preguntó si iba algún lado tuve que mentirle, ya que, iba a estar en casa de sus padres. Los señores Miller me habían pedido que fuera a su casa porque querían hablar conmigo, así que cuando estaba allí, no tardaron en hacerme preguntas.
–¿Cómo va todo entre vosotras?– me preguntó la señora Miller.
–Va bien, ella es amable. Parece que confía en mí, si no por qué iba a ir a mi apartamento, ¿no?– le respondí con seguridad, aunque tenía de todo menos eso.
–Totalmente de acuerdo– dijo el señor Miller mirando a su mujer. Pero lo que realmente me interesa no es si te vas a acostar con mi hija, quiero que me digas si sabes algo sobre ella y sus investigaciones. ¿Te ha contado algo?– me dijo con arrogancia.
Al principio me quedé perpleja cuando insinúo que yo tenía algo más con su hija, ¿por qué narices pensaba eso? Este tío era de lo más imbécil, además del poco respeto que tenía hacía París, me hizo darme cuenta de qué realmente lo único que le importaba era que ella no se metiera en sus asuntos empresariales, pero nada más.
–Perdona, pero para empezar yo no tengo ninguna relación sentimental con su hija, que haya dicho que es amable no significa que se vaya a acostar conmigo; y en segundo lugar les dije que si me enteraba de algo que tuviera que ver con su empresa les avisaría enseguida. ¿Realmente confían en mí? Porque no es lo que parece– les solté lo más seria posible e intentando que la voz no me temblase, pero su comentario me había molestado.
–Confiamos, Bárbara, pero no solo se trata de nuestra empresa, se trata de los trabajos de investigación que París lleva con sus amigos. Esas investigaciones puede llevarla hasta nuestra empresa y es lo último que queremos– me respondió la señora Miller mientras se ajustaba la pulsera que llevaba y masajeaba su cuello. Por esa razón te hemos contratado, ¿recuerdas?– dijo levantándose y sentándose a mi lado.
En ese momento me puse nerviosa, sentí su aliento cerca de mi cuello y oreja, entonces me dijo algo que no me esperaba.
–Quiero que accedas al ordenador de París y le elimines toda la información que tenga en sus archivos, evidentemente quiero que hagas lo mismo con el de sus amigos, sabemos qué puedes hacerlo, ya que tu padre no dudo en decirnos, con bastante orgullo, que habías sido galardonada dos años en un programa de hackers.
Se retiró lentamente y me tocó el hombro haciendo cierta presión, después me guiñó un ojo y volvió al lado de su marido. En ese momento me sentí vulnerable y manipulada, pero no podía hacer nada más. Trabajaba para ellos y ya sabía demasiado como para irme, ni siquiera me dejarían, lo sabía. Su trabajo era turbio y por esa razón insistían en todos esos archivos e investigaciones de su hija.
–Para que veas que confiamos en ti, te haremos un ingreso de catorce mil euros a tu cuenta. Tus padres estarán más que orgullosos de ti– me dijo el señor Miller sonriendo.
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Siempre fue París
Teen FictionPor ayudar a sus padres económicamente, Bárbara se muda a Gainesville para trabajar en la empresa de los Miller. Sin embargo, nada es lo que parece cuando llega allí. Bárbara deberá encargarse de vigilar a la joven periodista París Miller que junto...