Capítulo 8

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París

Cuando llegué por la noche quise enseñarle a Brittany lo que había estado escribiendo en una de mis clases, esperaba publicarlo en el diario con la aprobación de Katie, y aunque temía que lo denegara, esperaba que si eso ocurriese, Brittany pudiera publicarlo en otro lado, sería en cierto modo ilegal, pero es algo que todo el mundo debería saber. Había decido escribir un artículo que tratara el tema de los robos de bebés, incluyendo algunas entrevistas que hice a médicos y enfermeras anónimos que habían sido testigos de ciertos casos de robos de bebés, que no puedo mencionar, en hospitales cercanos a Gainesville y de algunas zonas de Europa. Todo eso me había llevado tiempo y había tenido que insistir demasiado, incluso una de las médicas a las que intenté entrevistar me amenazó con denunciarme por acoso si seguía insistiéndoles sobre el tema, evidentemente desistí, pero eso no me impidió que buscara a otros médicos que si que quisieran contar su experiencia anónimamente. Por eso cuando entré por la puerta tenía la clara intención de convencerla, sin embargo estaba hablando por teléfono, parecía enfadada o preocupada, no estaba segura, así que decidí aplazarlo porque seguro que después de esta conversación lo mio le iba a parecer una locura y lo rechazaría. Decidí darme una ducha calentita y prepárame algo ligero para cenar, así que mientras me hacía una ensalada recibí un mensaje de Elisa,

"Hoy he estado hablando con Brittany y lo hemos solucionado todo. Espero que puedas perdonarme por mi comportamiento de ayer, y por supuesto, ella puede echarnos una mano. Te quiero". Sonreí al leer el mensaje, al fin había recapacitado, pensé, pero me puse especialmente feliz porque ambas habían decidido dejar sus diferencias a un lado, en concreto Elisa, para ayudarme con algo que me importaba demasiado como para que me dejaran sola o me hicieran estar entre la espada y la pared, así que cuando Brittany salió de la habitación fui corriendo a abrazarla.

–¿Y esto?– preguntó devolviéndome el abrazo.

–Gracias por hablar con Elisa y solucionarlo todo entre vosotras. Significa mucho para mí– respondí apartándome y tocándole el brazo en señal de agradecimiento.

–De nada, supongo que las cosas hay que hablarlas para poder solucionarlas, de nada sirve echar la cara a otro lado y fingir que todo está bien– me respondió dirigiéndose a la cocina con una cara extraña.

–¿Lo que acabas de decir va con segundas?– le pregunté siguiéndola. Algo había cambiado en ella, lo notaba, pero después de lo que había dicho no sabía si tenía que ver conmigo o no.

–No, claro que no. Era un apunte a colación de lo que estábamos hablando. Contigo estoy más que bien– dijo acercándose a mí y pellizcándome la nariz como solía hacer. Un gesto de ella que me encantaba.

–Ah vale, me había preocupado– confesé. Últimamente me siento muy frágil emocionalmente, parece que todo me afecta demasiado e intento que nada de esto me explote, pero solo hace que me presione más.

–Bueno, creo que no siempre podemos dar el máximo de nosotros mismos, pero eso nos hace más fuertes, porque a pesar de no poder, lo intentamos. Eso sí– hizo una pausa y me miró seriamente, deja que los demás te ayudemos. Una casa no se aguanta con un solo pilar.

–Lo sé, por eso vamos a hacer esto juntos– me senté en el sofá y di un trago a mi cerveza. Iba a decirle lo del artículo para el diario, pero pensé que sería mejor hacerlo mañana en el trabajo cuando le preguntase a Katie. –Por cierto, el jueves que viene es el cumpleaños de Elisa, y ya que habéis hecho las paces o lo que sea que hayáis hablado, podríamos hacer una pequeña fiesta aquí, siempre que te parezca bien– le dije a la espera de una respuesta.

–Me parece bien, siempre y cuando todo quede como está- me respondió sacándome la lengua.

–Trato hecho– le respondí levantando mi botellín de cerveza. Con ella todo era demasiado fácil, a veces me extrañaba que todo nos fuera tan bien; la convivencia, el trabajo, nuestra amistad, pero supongo que la vida no siempre tiene que ser tan difícil y, sí lo es, ella misma se encarga de ponerte a personas que te la hagan un poco más fácil. Sin duda, Brittany había llegado para hacérmela más fácil, porque sentía que a veces todo iba cuesta arriba y no sabía cuanto tiempo podría aguantar con esta presión en el pecho y este miedo irracional a que toda mi vida se fuera al garete.

Siempre fue ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora