Capítulo 3

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Leonardo POV

Wow. Todavía no puedo creerlo. Realmente lo hice, ¡lo besé! Está bien, fue sólo un beso rápido, pero sigue siendo un beso. Fue increíble, esto es lo más loco que he hecho en toda mi vida.

Ni siquiera sé cómo puedo estar tan eufórico por una cosa tan pequeña. Bueno, hay que decir que, viviendo escondidos en las alcantarillas, no tenemos muchas oportunidades de hacer algo emocionante y, además, estamos hablando de mi primer beso. Si me hubieran dicho que iba a ser con Raph, me habría echado a reír pensando que era una broma, pero en lugar de eso, aquí estoy, saltando por los tejados de Nueva York sin rumbo y completamente en las nubes.

Las últimas semanas han sido un delirio. No dejaba de preguntarme qué era esa extraña sensación y por qué sólo la sentía cuando estaba cerca de él. Sólo quería reprimirla, como hacía siempre con todos mis sentimientos. Un líder no puede permitirse distracciones, debe permanecer siempre concentrado y alerta. El equipo es lo primero, sobre todo porque mi equipo es también mi familia. Esta vez, sin embargo, fue diferente, no pude resistir la tentación. Admito mi derrota. Raph salió victorioso conmigo, literalmente me conquistó de una forma que nunca pensé que lo haría.

Me cuesta creerlo. Hasta hace poco estaba convencido de que me lo había imaginado todo, que me había dejado llevar por la situación. Ahora, sin embargo, tengo la certeza de que no es así. Siento la necesidad de mirarlo con nuevos ojos, no como a un amigo o a un hermano. Si alguien oyera lo que estoy pensando ahora, me llamaría loco.

He pasado no sé cuánto tiempo aquí afuera corriendo, tal vez un par de horas, tal vez más. Creo que he perdido la noción del tiempo, ni siquiera siento frío o cansancio. Me siento como si estuviera fuera de este mundo. Ahora entiendo por qué a Raph le gusta tanto salir solo a la superficie. Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo patrullando las calles en busca de los Krang o el Clan del Pie y así nos perdemos por completo el encanto de esta ciudad. Sólo ahora que mi mente está libre puedo ver cuánta vida alberga este lugar.

Cuando siento que he descargado toda mi adrenalina, lanzo una última mirada hacia el horizonte y me dispongo a regresar bajo tierra. Sin embargo, a medida que avanzo hacia la guarida, siento como la realidad se estrella contra mí. Las piernas me tiemblan a cada paso y, cuando por fin entro en el túnel que conduce a la entrada, me paralizo. Tengo miedo. No sé ni siquiera cómo puedo volver a encontrarme con su mirada, porque sé que en el fondo esto no era más que una estúpida broma para él, un juego, una excusa para molestarme, un montaje. Aquel momento me produjo una sensación extraordinaria, pero fue sólo eso, un momento, que jamás podré repetir.

No sé si ahora me odia o simplemente está enfadado conmigo, no me quedé a observar su reacción. Quizá fue lo mejor, si me hubiera gritado no habría podido saborear la felicidad que he experimentado esta noche. Me pregunto cómo se habría comportado si realmente hubiera querido llamar mi atención; si habría seguido siendo tan directo o si habría intentado un contacto más suave. Tengo que dejar de pensar en esas cosas, no tiene sentido engañarme así, nunca haría nada romántico por mí. Lo máximo que podría conseguir de él son unos días de descanso de sus quejas.

Cierro los ojos y respiro hondo para intentar calmar los frenéticos latidos de mi corazón y decido reanudar la marcha. Cuando entro en la guarida me doy cuenta enseguida de que todos están ya en la cama, por suerte. Debe de ser muy tarde. Corro a mi habitación intentando no despertar a nadie y me encierro adentro. Una vez allí, sin embargo, no puedo evitar fijarme en un detalle anómalo, aparentemente insignificante, pero irresistible para mí: su olor sigue aquí. Y en ese momento, el recuerdo de lo que ha ocurrido hace unas horas vuelve a sobreponerse a cualquier otro pensamiento.

Debo intentar recuperar el control, sobre mis emociones y sobre mi papel de líder. Cuanto antes olvide este sentimiento, antes dejaré de sufrir viéndolo. Espero al menos que lo sucedido lo haga volver sobre sus pasos y lo convenza para mostrar de nuevo su típica actitud brusca y distante. Todavía no estoy listo para otro enfrentamiento a solas con él y, sobre todo, no tengo el valor de explicarle por qué lo hice.

Mañana será un día difícil...

Un juego retorcidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora