Capítulo 5

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Leonardo POV

Eso era exactamente lo que quería evitar. Sabía que era una mala idea quedarme solo, pero no quería que Donnie o Mickey empezaran a hacerme preguntas y, además, ¡no creía que fuera a venir en serio a buscarme para hablar! Sobre todo, porque habíamos estado prácticamente evitándonos todo el día. Por un lado, quizá tenía esperanzas, pero por otro, sabía que sería mejor que no lo hiciera. Siempre está tan seguro de sí mismo, me encanta que sea directo y firme con sus ideas, pero me gustaría que fuera sincero conmigo. ¿Cómo puede pretender que le hable en serio cuando él nunca lo hace?

Esta vez todo es diferente, no quiero discutir, ni siquiera quería levantar la voz, pero no sé qué hacer. ¿Cómo es posible ser feliz, y al mismo tiempo sentirse morir por dentro, sólo por estar cerca de alguien? Parece que él tampoco esperaba una reacción así, igual que yo no esperaba su respuesta.

"No. No quiero, quiero decir.... no puedo hacerlo"

No sé cómo interpretarlo. Es raro oírlo tartamudear, parece indeciso y, en cierto modo, abatido. Es suficiente. Tengo que dejar de buscar alguna excusa que pueda justificar su comportamiento. Me ha tomado el pelo, tengo que pensar sólo en eso si quiero acabar con esto, no puedo dejarme abrumar de nuevo por él; por mi hermano maldita sea.

Si vuelvo a huir, ya sé que volverá a buscarme, no se rendirá fácilmente. Quizá debería darle lo que quiere y dejar de luchar: "Tienes razón, hice algo apresurado y absurdo, pero al menos inténtalo. No quiero que me sigas mirando así siempre, como si estuviera loco"

"En realidad no eres muy normal, pero no creo que hayas llegado ya a ese nivel de locura. Precisamente por eso no lo entiendo, ¿por qué lo has hecho?"

Es mucho más sencillo de lo que él pueda pensar, pero sin duda no voy a decírselo, no voy a dejar que me convenza: "Yo también te pregunté lo mismo ayer y no me contestaste, así que no veo por qué debería hacerlo ahora"

"Eso es diferente. No necesitabas preguntar, ya sabías por qué. ¿No dijiste que yo era un libro abierto para ti? ¿Que nunca pienso en lo que hago? Quiero decir, ¿qué te pasó? Pensé que me ibas a regañar como siempre, no que me ibas a poner los ojos dulces"

Oh no, no me digas que también le puse ojitos, va de mal en peor. Tengo que distanciarme de él: "¡¿Por qué te diviertes tanto atormentándome?! ¿No puedes dejarme en paz al menos un día? Fue sólo un estúpido error, no tengo nada más que decirte"

No sé por qué habría de hacerlo, pero su expresión parece haberse oscurecido, como si se sintiera decepcionado por lo que he dicho. Pero claro, eso no es posible, sigo imaginándomelo, porque en el fondo yo esperaba que él también hubiera disfrutado de ese beso. Qué iluso.

En fin, sea lo que sea lo que esté pasando por su cabeza, debo aprovechar este momento de confusión suyo para marcharme. Empiezo a caminar de nuevo, manteniendo la mirada baja, y finalmente esta vez Raph no intenta detenerme, sino que permanece inmóvil frente a la puerta, con la mirada perdida. Paso a su lado para salir y, al hacerlo, siento que nuestras manos se rozan involuntariamente. Ese tenue contacto basta para hacerme perder la poca lucidez que me quedaba. En cuanto lo rebaso, siento la cara ardiendo y los ojos llenarse de lágrimas y empiezo a correr de nuevo, pero esta vez no hacia la superficie.

Corro hacia mi habitación y, con las prisas, cierro bruscamente la puerta tras de mí. Espero que nadie se haya dado cuenta, pero creo que sería imposible que él no lo haya oído. ¿Cómo puede hacerme sentir así? Yo mismo sigo sin entenderlo. Lo único que sé es que ahora me gustaría volver a tenerlo aquí, a mi lado, oírle decir que no era un juego, que él siente lo mismo.

Mi mente sigue dejando correr mi fantasía y no puedo evitar que se me escapen las lágrimas. Sigo repasando la escena de ayer y me imagino cómo podría haber acabado si no le hubiera empujado y si él me hubiera correspondido. Aunque fuera un gesto impulsivo, era sincero, inocente y, al mismo tiempo, deseoso de sentir más: de sentir sus labios buscar mi piel, su voz pronunciar mi nombre y su olor unirse al mío.

También siento la tentación de volver a salir y decirle toda la verdad, que no fue en absoluto un error, sino un huracán de emociones. Mi corazón sigue empujándome hacia la puerta, pero mi mente intenta mantener la lucidez y me empuja a quedarme aquí. Así que me encuentro dando vueltas en silencio, aún más confuso que antes. En lugar de encontrar respuestas, sigo topándome con nuevas preguntas. ¿Por qué ha venido hoy a buscarme? ¿Por qué parecía inseguro con sus palabras? Y, sobre todo, ¿qué piensa realmente de lo que ha pasado? Temía que no quisiera saber nada más de mí, que se avergonzara incluso de mirarme. En cambio, no tuvo ningún problema en venir a pedirme explicaciones, esta vez también volvió a por mí. Tal vez fui demasiado duro con él, en realidad no creo que no le importe de mí.

¡No! Tienes que parar Leo, lo estás haciendo otra vez, estás mezclando fantasía y realidad. Siempre y solo seguirá siendo mi hermano, porque así es como debe ser, nunca podrá ser nada más. Somos adolescentes, obligados a permanecer ocultos del mundo y, además, solo somos nosotros cuatro. Es normal sentir esos impulsos a esta edad, seguramente es un sentimiento pasajero al que le estoy dando demasiada importancia. Sólo tengo que aprender a vivir con ello hasta que pueda seguir adelante.

Al menos, eso pensaba hasta que oí que alguien se acercaba corriendo a mi habitación. Reconocería esos pasos incluso entre mil otros. Y fue en ese preciso momento en el que el pánico empezó a apoderarse de mí, porque aún no me había dado cuenta de que no había cerrado la puerta con llave.

Un juego retorcidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora