Capítulo once.

6.1K 503 874
                                    

Felipe.

—¿Dónde estuviste, Felipe?

La voz de mi padre perforó mis oídos cuando ingrese a mi casa y me lo encontré ahí, sentado en uno de los sofás individuales que mantenía en la sala principal, mire hacia una de las sirvientas que solo pareció agachar la cabeza cuando se dio cuenta de lo mal que había hecho en dejarlo pasar.

Deje el suéter de lana que Juani me había dado sobre uno de los respaldos, sin alejarlo lo suficiente de mi mientras miraba a mi padre, observarme y analizarme en todos los sentidos, siempre había sido así, siempre me miraba para analizarme y darse cuenta de lo que sucedía conmigo, era la manera más rápida para encontrar mis puntos débiles y poder manipularme a su antojo, pero yo ya había crecido y no era el cachorro que era antes, donde podía y sabía cómo manipularme.

Tomé asiento sobre el sofá y me serví un poco de café para darle un sorbo profundo y así poder concentrarme en relajar mis feromonas y no alterarme en lo absoluto; estaba lejos de Juani y nuestra marca era reciente, lo único que podía pasar era que yo me descontrolara y lo hiciera mierda.

—¿Eso importa? —lo mire mientras le daba un sorbo más profundo a mi café y arrastraba el suéter a mi regazo.

—Tuvimos una reunión importante este fin de semana y vos no estabas, si importa —gruño enojado pero yo le reste importancia—. ¿De quien es eso?

—De mi omega —lo mire con seguridad, casi retándolo con la mirada.

—¿Qué?

—Lo que oíste, de mi omega.

Mi padre jamás había aceptado la relación que tuve en un principio con Juani, jamás lo había hecho y me había prometido que jamás lo haría; que "alguien como Juani" ingresara a nuestra familia y formara parte de ella sólo era un signo de burla en la sociedad y mi padre jamás quiso ser el bufón de nadie. Yo siempre detesté esa ideología y por más que intento metérmela en la cabeza cuando mi madre me envió con él a Londres, jamás lo logro.

Y eso solo lo enfureció aún más conmigo.

—¿Con el bastardo ese? ¿El hijo de la criada de tu madre?

Mis dedos se apretaron alrededor del suéter—. Su secretaria, era su secretaria.

—¿Es lo mismo, no?

Apreté mi mandíbula y mis hombros se tensionaron, mi mirada se encontró con la de mi padre mientras lo veía sonreír de lado y lleno de burla y sarcasmo en su expresión; sabía que no me gustaba la manera en que se refería a Juani, ni mucho antes de volver a encontrármelo.

—¿Así que por eso fue que aceptaste hacer el proyecto que estabas haciendo? —pregunto y yo lo mire, tensando mi mandíbula aún más sintiendo como mis dientes rozaban fuertemente—. Porque sabías que él iba a estar ahí, ¿no? Ahora que se cree cantante o no lo sé...ja.

—¿Qué es lo gracioso?

—Nada —se encogió de hombros—. A veces es mejor no darles un halago a los pobres porque se creen que pueden comerse el mundo, ¿no lo crees?

Me levante con ímpetu de mi asiento antes de encararlo y verlo levantarse rápidamente para encararme de la misma manera, nuestras miradas se encontraron y el deseo de enterrarle el puño en la cara no desaparecía de mi cabeza, olvidarme por un momento que era mi padre y estamparlo contra la pared hasta partirle su cabeza, parecía una buena idea.

—No voy a permitir que lo insultes sin su presencia y mucho menos en mi puta casa —lo rete con la mirada, sin despegarme ningún segundo de la suya—. Juani es mi omega, así lo querás o no, eso no cambia el hecho de que lo voy a hacer mío y que pronto va a llevar mi anillo en su dedo.

Un corazón de promesas (LIBRO #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora