Capítulo doce.

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—¿Vos estás loco? —el menor se rio al escucharlo proponerle semejante cosa después de proponerle eso a segundos de haber tenido sexo.

Juani se rio al escucharlo una vez más y Felipe no pudo evitar sonreír al ver la vergüenza y nervios que esas palabras provocaban en el menor al escucharlo proponer eso; Felipe sabía una cosa: quería estar con Juani toda la maldita vida.

Desde que lo conoció, siempre supo que lo único que deseaba era estar con él, crear una familia con él y tener a sus hijos con él. Jamás había querido hijos hasta que conoció a Juani y se dio cuenta de que él era suyo, y que siempre lo sería.

Echó su cabeza hacia atrás soltando una suave carcajada al escuchar la risa nerviosa de Juani, viéndolo ponerse rojo y no para de sonreír; el mayor acaricio su espalda y su cabello, moviendo algunos rulos de su frente hacia atrás para verlo a los ojos y admirar ese azul brillante en ellos, tan azul como el lienzo del cielo, sin ninguna imperfección, solo brillante y azulado.

—No estoy loco, Juani. De verdad quiero casarme con vos —susurro contra sus labios antes de besarlo castamente—. Por favor.

—Apenas regresamos, Pipe. ¿Cómo se te ocurre pedirme matrimonio de esta forma? —se rio golpeándolo en el pecho y Felipe frunció su ceño antes de escucharlo reír y verlo apartarse cuando el nudo se desinflamó.

—¿Qué?, ¿qué tiene?

Juani se rio mientras negaba y se apartaba de su alfa antes de sentir los brazos de este aferrarse a su cintura y besar su hombro para retenerlo, Juani se echó hacia atrás riéndose al sentir las cosquillas que le provocaba la barba que recién le nacía a Felipe a pesar de verse afeitado.

—No, tonto. Sos un tonto, deja de jugar conmigo —chillo y golpeó el hombro de Felipe antes de escucharlo reír confundido.

—No estoy jugando con vos, Juani. —lo miró seriamente y Juani volvió a reírse.

—Tonto.

Juani se puso de pie tomando su ropa para cubrirse y tomar la manta que había dejado ahí, cubriéndose con ella mientras Felipe lo miraba de pies a cabeza, quien ahora se encontraba con las piernas abiertas y su miembro flácido golpeando su abdomen. Juani se sonrojó al verlo y al sentir la profunda mirada de su alfa sobre él antes de terminar de cubrirse y alejarse de ahí escuchando las protestas de su alfa detrás de él.

La risita nerviosa no se iba de su cuerpo así como el latido acelerado de su corazón, galopando contra su pecho antes de encerrarse en su habitación y cubrir su rostro con las manos, evitando chillar de la emoción y mordiéndose el labio inferior para que su gritito quedara en su boca. Dio pequeños saltitos y sonrió al recordar todo, olvidando por completo lo que había pasado.

Su mirada recayó en su habitación y sonrió antes de tirar la ropa de Felipe sobre la cama y comenzar a formar su nido, trayendo mantas y almohadas que lo hacían sentirse cómodo y aglomerándolas sobre su cama, justo en el centro mientras escuchaba los golpes de la puerta, y la voz de Felipe afuera.

—Juani, abríme y dame una respuesta —lo escuchó decir y Juani sonrió mordiéndose el labio inferior mientras negaba.

—¡Ya voy!

La puerta fue abierta segundos después y Felipe sonrió al verlo antes de tomarlo de la cintura y pegarlo contra su cuerpo antes de alzarlo y cargarlo, sujetándolo por los glúteos y pegándolo a la pared para besarlo y sentir esos suaves y esponjosos labios de nuevo contra los suyos.

Si algún día le preguntarán cuál era su droga o si consumía alguna, sin duda alguna diría que eran los labios de su omega. Los besaría hasta dar su último aliento y jamás se cansaría de ellos, de él, de todo su jodido omega.

Un corazón de promesas (LIBRO #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora