Pasábamos demasiado tiempo juntos, hacíamos cosas que los amigos normales no hacían, como abrazarnos demasiado. En ocasiones nos tomábamos de las manos.
Ese día, en la oscuridad de la sala de cine, nos dimos cuenta de la verdad. Habíamos ido a ver una película de terror. Una escena asustó a Edwin y eso lo hizo abrazarme. Yo también lo abracé para tranquilizarlo, ambos nos miramos a los ojos y dimos el paso que faltaba para llevar nuestra amistad más allá. Aquel verano, sentados en la última fila de la sala, donde nadie podía vernos, Edwin y yo, nos dimos nuestro primer beso.
Aun recuerdo ese sabor a palomitas en sus labios, la manera en que se aferraba a mí y yo a él. Aun conservo los boletos de aquella película y en ocasiones la vuelvo a ver, para no olvidar jamás aquel día.
Edwin y yo nos volvimos novios, a escondidas de los demás. En esas épocas ese tipo de relaciones no eran bien vistas. Ante la vista de todos éramos solo buenos amigos, pero por debajo del mantel, éramos amantes. Nunca mostrábamos muestra alguna de nuestro amor en público, siempre lo hacíamos en lugares privados, como en la iglesia, que casi siempre estaba vacía o cerrada permitiéndonos tener momentos a solas. En esa iglesia siempre había un lugar donde escondernos para poder besarnos libremente y expresar lo mucho que nos amábamos.
Él lo expresaba de la manera más asombrosa; tocando el órgano para mí. Yo disfrutaba cada pieza que él tocaba para mí. Daría lo que fuera por poderlo escuchar otra vez.
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Recuerdos de aquellas épocas.
RomanceRecordando aquellos bellos momentos todos los días, sentado junto a una silla vacía. Recordando la tranquila e imponente música del órgano de una iglesia, causante de que dos almas se encontrarán y compartieran su vida. Recordando el amor... y la tr...