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Edwin tuvo un accidente. Perdió una mano y no pudo volver a tocar. Eso lo deprimió mucho. Tocar era su pasión, y la perdió. Pero, yo me encargué de volver a animarlo. Durante mucho tiempo él tocaba para mí. Era mi turno de tocar para él. Le pedí que me enseñara a tocar y le dije que lo haría siempre, solo para él.

Edwin me enseño a tocar el órgano. Fue difícil aprender, era un instrumento complicado, pero como se suele decir, con paciencia y saliva, el elefante se lo hizo a la hormiga. Tomó mucho tiempo, pero aprendí a tocar con ayuda del mejor maestro que pudiera tener. Mi amado Edwin. Los papeles se habían invertido, ahora yo era quien tocaba, y él quien escuchaba.

Ambos seguimos juntos por varios años, siempre amándonos a escondidas. Nuestra relación nunca la conoció nadie. La mantuvimos en secreto siempre. Donde fuese que estuviésemos a solas, éramos libres de expresar nuestro amor y cuando cumplimos ambos la mayoría de edad, aprovechando que mi casa estaba sola, dimos el siguiente paso. Esa mágica y maravillosa tarde, ambos nos entregamos el uno al otro, en cuerpo y alma.

Nuestro destino era estar juntos, ambos nos amábamos con locura y no importara lo que pasara nada nos separaría. O al menos, eso era lo que creíamos en aquel entonces.

Otra de las pasiones de Edwin, era el mar. El haber perdido su mano y no poder tocar fue un duro golpe para él, pero cuando lo superó, busco nuevos intereses, y el que más llamó su atención fue el de las criaturas marinas. No podía ser un músico, así que decidió seguir su segunda opción, ser un biólogo marino. La biología marina había llamado tanto su atención, como lo hizo a su tiempo el tocar música. Siempre me hablaba de irnos a vivir a la costa y formar una familia juntos. Viviendo en un barco, recorriendo los mares, yo tocando música, y él estudiando la vida marina. Era una buena idea y anhelaba el día en que ese sueño se cumpliera. Un sueño, que casi se cumplió.

Los padres de Edwin, preocupados por su hijo, apoyaron su decisión, movieron algunas cuantas de sus influencias y lograron hacer que él entrara en una universidad de biología marina. Edwin iba a poder ser lo que quería, pero había un costo que pagar. Él y sus padres se iban a tener que mudar.

Edwin tenía que mudarse a otra ciudad, en la costa. Eso conllevaba a tener que separarnos. Eso fue algo muy duro que tuvimos que afrontar los dos. Edwin se tenía que ir, y yo no podía acompañarlo.

Recuerdos de aquellas épocas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora