CAPITULO -2

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Abrió la puerta, ese hombre estaba ahí, sentado y esposado con las manos sobre la mesita de interrogación. Batman se sentó frente a él, observando al hombre, uno que a simple vista luce completamente normal, uno que podrías encontrarte en la calle y al que podrías preguntarle alguna dirección.

Pero él sabía que quién tenía en frente no era el típico hombre que no sabe las calles de la ciudad donde ha vivido toda su vida y luego ríe al no poder darte la dirección, tenía en frente a un violador.

– ¿Vas a quedarte callado todo el día o vas a hacerme las preguntas?– habló aquel hombre.

Batman apretó un poco el puño que tenía recargado en la mesa, aquel hombre lo veía con una expresión burlona, como si supiera que le duele algo que ha hecho.

– Leí tú expediente, mataste a un hombre y alegaste demencia, por eso estás aquí –

– Sabes, Batman... Realmente admiro tu trabajo, lo digo en serio, buscas justicia y quieres que el mundo sea un lugar mejor, eso lo respeto –

La sonrisa del hombre no se iba, y Batman se sintió irritado.

– ¿Pero?– preguntó.

– Pero lo haces todo mal – respondió el hombre.

Jim Gordón observaba todo del otro lado de la pared, con el espejo policial. Batman había insistido mucho en ser él quién hiciera el interrogatorio y Jim cedió solo porque el hombre no aceptó hablar con nadie más.

– Los delincuentes van y arruinan familias, causan destrucción y dolor y tú solo los encierras aquí esperando que mágicamente todo se solucione... ¿Pero adivina qué? Las familias allá afuera siguen destruidas –

– Así que... Mataste a un delincuente para impartir justicia –

– El hombre al que maté era un violador de niños, ¿Merecía seguir respirando?–

Batman gruñó por el cinismo de este hombre, dice que mata a un violador, pero después él viola a alguien más.

– ¿Entonces por qué te convertiste en eso tu también?– preguntó.

El hombre lo vio y fue la primera vez que dejó de sonreír, su expresión se puso sería y su todo de voz burlón cambió por completo.

– Tú ya sabes la razón –

– Asesinó a tu esposa –

El hombre rió y luego sus ojos se empañaron, como recordando algo doloroso.

– Ella y yo estuvimos años intentando tener un bebé, ella tenía problemas en su útero y fue muy difícil lograr que quedara embarazada – confesó el hombre, recargándose en la mesa – Esperábamos nuestro bebé, pintamos el cuarto de colores y ya hasta habíamos pensado en el nombre, el ultrasonido dijo que era una niña, la íbamos a llamar Rosie –

Batman se mantenía inexpresivo, él ya conocía la historia, había investigado bien a éste sujeto.

– Un día fuí a la tienda a comprar chocolate porque ella tenía antojos, siempre quise complacerle todos sus caprichos, uno hace eso por la persona que ama ¿No?–

No hubo respuesta del murciélago.

– Cuando volví... La casa estaba destruida, el maldito payaso había puesto bombas por toda la ciudad y dió la casualidad que una de ellas estaba en el patio de la casa –

El hombre dejó escapar una lágrima, sus puños se apretaron y su expresión pasó de tristeza a enojo.

– Perdí a mi esposa y a mi hija ese día, y tú solo lo encerraste aquí y él salió dos semanas después –

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