Capítulo 4

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Peyton:

El día pasó un poco rápido y de costumbre. Excepto que mi madre no me había hablado desde que comenzó la mañana, lo único que hice fue estar encerrada en mi habitación todo el día.
También he notado que salía cada hora y veinte minutos a el patio y vigilaba mi ventana al menos diez minutos para asegurarse de que estuviera ahí, y las veces que nuestras miradas tenían que chocar por ley de física y accidental; le retorcía los ojos.

Me molestaba aún más que ella, cuando no debería ser así. Escuché música en mi celular y cambiaba de canales en la TV.

De pronto, mi habitación —la casa, quizá— se puso demasiado fría y llevaba una ligera sudadera roja con la que dormía. La calefacción se había apagado. Mi mamá tocó mi puerta pero nunca contesté.

—Regresaré en media hora.

Y escuchar su voz tan cerca me hizo estallar. Lo único en lo que pensaba era «¿te estás prostituyendo?». Marqué al teléfono de Brimstone una vez que mi madre subió a auto.

—Brims...

¿Qué necesitas?

—¿Recuerdas aquella propuesta que me mencionaste?

¿Cuál de todas, pequeña?

—La del dinero. Lo necesito ahora, ¿lo tienes?

Parece que al fin aceptaste... claro que lo tengo.

—¿Me lo podrías taer, por favor?

Llego en siete minutos habló haciéndose escuchar su auto al fondo.

—Perfecto, gracias.

***
Golpeaba mis uñas contra la madera de la ventana, observando la hora en mi celular. Pasaron cinco largos minutos, el auto se estacionó y bajó apoyándose en la puerta de su auto lujoso, sonrió desde arriba.

Bajé a toda prisa intentando no pisar mal y no tener que caer, intenté abrir la puerta principal pero no accedió. Salí por la parte trasera y corrí a sus brazos, enroscando mis piernas a su cintura.

—Me encanta éso que llevas puesto —dice Brimstone una vez que me suelta.

Sólo sonrío por que no sé qué carajos hacer o decir. Lo invitaría a pasar pero la fragancia que lleva es demasiado olorosa, no huele mal «nada mal».

Me da el dinero y cuando se va, ya estoy en mi habitación haciendo algunas maletas.

«¿De verdad me largaré de aquí?». Ya soy mayor y puedo hacer lo que quiera, ordeno algunas cosas y guardo fotografías, laptop, maquillaje, entre otras. He encontrado mis llaves y abro la puerta principal para guardar las cosas listas en mi automóvil, ó como yo le llamo "chatarra móvil".

No tengo tiempo de acomodar las maletas, así que sólo las lanzo y al terminar espero a que mi madre llegue.

Una hora más tarde entra y tomo en cuenta que la casa está caliente. Lleva bolsas de mandado en las manos y no tengo de otra que ayudarle a bajar lo demás. Al entrar, ella empieza a poner algunas cosas en el refrigerador.

—Tenemos que hablar —le digo.

No contesta.
—Mamá...

—Estoy esperando a que empieces a hablar.

Pecados en Londres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora