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Yoongi

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Yoongi

Estoy agotado de energía. Me siento como si estuviera volando, a pesar de que soy un bulto de extremidades en el asiento del pasajero del Range Rover de Jungkook. Parece que tampoco puedo dejar de burlarme de él. Todo en él me roba el aliento. La forma en que coloca su muñeca sobre el volante, haciendo giros capaces, estirando la mano para acariciar con el pulgar el costado de mi cara de vez en cuando.

¿Qué voy a hacer?

¿Qué está pasando aquí?

¿Estoy en una relación seria con mi padrastro? Ciertamente parece así, sobre todo cuando está lanzando palabras como "destino", "para siempre" y "mío".

Y Papi.

No estoy seguro de lo que está pasando dentro de mí, o si hay algo un poco retorcido entre Jungkook y yo, pero no puedo evitar el torrente de emociones que conlleva ese título. Me hace sentir codiciado, seguro y atesorado. Como si nuestro apego fuera permanente y no fugaz, ni temporal como estoy acostumbrado. Cuando él usa esa palabra, o incluso cuando yo lo hago, me siento especial. Y esta cosa entre nosotros se vuelve más permanente.

¿Verdad?

Un toque de preocupación se arrastra. Ya me han engañado antes. Mi madre intentó echar raíces unas cuantas veces cuando era joven y me ilusioné, hice amigos en la escuela, pensé que podría ser el momento en que finalmente se quedara más de unas semanas. Pero nunca fue así. Siempre estaba esa tarde cuando volvía de la escuela y encontraba a alguien más en su lugar. O una nota explicando que ella se había ido y que un no familiar me cuidaría hasta que volviera.

Este asunto con Jungkook se siente increíblemente diferente, pero eso solo significa que dolerá mucho si me equivoco, ¿no?

Mi pulso se dispara cuando doblamos la esquina de su cuadra y se dispara más cuando veo quién está parada en la entrada de la casa de Jungkook.

Es mi madre.

Está apoyada en el parachoques de su Jetta, estudiando sus uñas. Bronceada, pero visiblemente exhausta con una sudadera de Cancún verde azulado y pantalones de pijama. He llegado a casa a esta escena más veces de las que puedo contar y solía haber una chispa de alegría y esperanza cuando volvía. Esta vez, sin embargo, no hay nada.

Por primera vez.

El pavor comienza a infiltrarse lentamente, y en ese momento me doy cuenta de lo apegado que me he vuelto a Jungkook en solo un día. Estúpido. Eso fue una cosa estúpida. Mi madre está en casa ahora... su mujer. No tendrá más remedio que dejarme de lado. Abandonarme. Incluso es lo correcto, ¿no? soy el intruso aquí. Soy el traidor.

-Maldita sea. - murmura Jungkook entre dientes. -No puedo creerlo.

-Está bien. Lo entiendo.

Su mirada aguda se acerca a la mía. -¿Entiendes qué?

-Que tienes que... que esto no-no puede suceder de nuevo. - Mi garganta se siente como si se estuviera cerrando. No lo creo, pero creo que me enamoré de este hombre. Tenía razón, esto duele más que cualquier otra vez. No puede retenerme. Nunca nadie me retiene y esta vez es la peor que se ha sentido. Cien veces peor. Anhelo la seguridad de un reformatorio donde me puedan encerrar y pueda dejar fuera las heridas y a la gente que me lo hizo.

-Yoongi, voy a explicarlo todo. - dice Jungkook con firmeza, tirando del Range Rover hasta la acera y aparcando. Miro por la ventanilla del pasajero hacia mi madre, cuya expresión está en blanco, su rostro oscurecido por las gotas de lluvia que empiezan a caer sobre las ventanillas del vehículo. -Quédate aquí, ¿bien? No te muevas hasta que vuelva.

Asiento, aunque no tengo intención de escuchar.

Mi vida entera ha sido correr más rápido que el dolor, tratando de alejarme lo más posible de él antes de que me pegue. Esta vez, ya se ha pegado, pero seguiré adelante y espero que mis sentimientos por este hombre desaparezcan.

Tan pronto como Jungkook salga del coche y se acerque a mi madre, me lanzo por la puerta del pasajero y lo reservo al otro lado de la calle, sujetando mi camiseta rota y atravesando la oscuridad. Jungkook grita mi nombre, alarmado, pero continúo corriendo, maldiciendo mi elección de chanclas de esta mañana. El cielo se abre por encima y la lluvia empeora, mojando el asfalto, y el trueno rueda a lo lejos. Las lágrimas están nublando mi visión, haciendo que las luces de la calle parezcan pequeñas bolas de fuego. Ignoro el ardor en mis pulmones y sigo corriendo, necesitando alejarme de la visión de Jungkook alejándose de mí, como todos los demás.

Hay un parque al final de la calle. Ciegamente, corro hacia él, esperando encontrar un lugar donde refugiarme lo suficiente para pensar en un plan. Pero solo he llegado a la mitad del parque cuando me arrastra un objeto inamovible hasta una parada. Un brazo se coloca alrededor de mi cintura y me elevo del suelo, las piernas aún se mueven en el aire, mi espalda se encuentra con un pecho duro.

-Te dije que no te movieras hasta que volviera. - grita Jungkook sobre mi cabeza. -No vuelvas a huir de mí nunca más. Podrías haberte hecho daño, Yoongi.

-Bájame. - grito, luchando contra su control, entrando en pánico. -Por favor, no me hagas volver. Por favor, ¡déjame ir!

- ¿Qué parte de "para siempre" no entiendes?- Nos empuja hacia un saliente de árboles, poniéndonos fuera de la vista de las casas al otro lado de la calle. -Nunca te dejaré ir. Ni siquiera digas esas palabras en voz alta.

-Tienes que hacerlo. Ella ha vuelto y ahora tienes que de- dejarme. O seguir adelante. - Un hipo me sacude. -Sucede todo el tiempo y no vas a ser diferente.

- ¿No lo soy?- Me deja en la tierra humedecida y me hace girar, tomando mis hombros con sus grandes manos. -Sé que te han herido, nene, y que estás asustado. Pero tienes que confiar en mi.

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