-Epilogo-

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Jungkook

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Jungkook


Cinco años después...

Agarro las caderas de mi esposo y cabalgo su coño con fuerza desde la espalda, viendo cómo sus ojos comienzan a cegarse en el espejo del lavabo del baño. Las mejillas de su culo tiemblan con la fuerza de mis empujones, sus piernas luchan por mantenerlo erguido bajo el ataque de mi lujuria.

Maldita sea, está tan jodidamente bueno, que me cabrea. Y no me molesto en ocultar la irritación de mi expresión cuando cerramos los ojos. Le hago saber exactamente lo que pienso de su short de cuero. Al ver mi molestia, sus labios pintados se curvan en ambos extremos.

Enseñándole los dientes, jalo su cabello rubio con mi puño y aprieto mis impulsos, haciéndolo gemir en voz alta. - ¿Tienes el valor de sonreírme después de pavonearte en el dormitorio y de ponerme la polla tiesa?- Le echo la cabeza hacia atrás hasta que toda su garganta queda expuesta. -Creo que estás empezando a disfrutar demasiado de tus nalgadas, Yoongi.

No creo, en realidad. Lo sé.

Hoy es un gran día para Yoongi. Está ayudando a cortar la cinta de la primera montaña rusa que ayudó a diseñar. Después de graduarse en la escuela de ingeniería y de hacer prácticas con uno de los mejores diseñadores del estado, ha puesto su marca en el primero de muchos proyectos. Y resulta que es en el parque donde hicimos el amor por primera vez. Lo que podría explicar por qué llamó a la montaña rusa, Conquered y le dio un tema romántico, con niebla e iluminación roja.

El ingreso de Yoongi a la fuerza laboral y el cumplimiento de sus sueños ha sido increíble. Verlo crecer en confianza solo hace que lo ame más, lo cual no creía posible.

Pero el hecho de que trabaje con muchos hombres, sin tener en cuenta que son en su mayoría de la variedad nerd, ha llevado a mi esposo a recibir muchas nalgadas en la oficina. Me gusta aparecer cuando menos me espera y cerrar con calma la puerta de su oficina. Luego lo empujo boca abajo sobre su escritorio, le bajó el short y le doy una nalgada en su hermoso trasero hasta que esté lo suficientemente mojado como para follar.

Desafortunadamente (o afortunadamente), Yoongi no ha perdido por completo su racha rebelde y parece que no puede dejar de vestirse de una manera que pretende provocar. Para incitarme.

Como lo ha hecho esta mañana.

No me doy cuenta de que estoy gruñendo a tiempo con mis empujones hasta que me mira por encima del hombro, con la cara sonrojada y los ojos vidriosos. -No olvides que los chi-chicos están abajo con Yura.

Sí. Nuestros hijos.

Aunque no sería la primera vez que nos escuchan a mí y a su papá haciéndolo. Tampoco sería la primera vez que nuestra niñera escucha por casualidad. Nos ha sorprendido en celo como animales más veces de las que puedo contar. Mi pobre esposo Yoongi apenas puede mirar a la mujer a los ojos.

No se puede evitar.

En los últimos cinco años, mi obsesión por Yoongi se ha vuelto casi inmanejable. Está en mi mente cada segundo del día. Los cajones de mi escritorio están ahora rebosantes de artículos que le pertenecen. Bufandas, fotografías, y sí, bragas, solo para poder sentirme cerca de él cuando estoy trabajando. Hemos renovado nuestros votos cada año por los últimos cuatro y estoy considerando hacerlo dos veces al año. Solo para calmar a la bestia que llevo dentro, recordándole que Yoongi es mío y que no se va a ir a ninguna parte. La obsesión ni siquiera empieza a cubrirlo.

Hace cinco años, cuando Yoongi huyó de mí y lo perseguí, trayéndolo a casa en mis brazos, su madre no se encontraba en ninguna parte. Creo que cuando vio el miedo y la devastación en mis ojos cuando Yoongi huyó, supo que no permitiría ninguna interferencia. Que lo que tenía con su hijo era más grande que cualquier cosa que pudiera entender, y que no sería prudente perturbar las aguas. Cuando le envié los papeles del divorcio la semana siguiente, volvieron firmados sin problemas, y ahora Yoongi solo recibe tarjetas de cumpleaños.

Una vez le pregunté si seguía triste por su falta de relación con la mujer y solo sacudió la cabeza. No hay lugar para la tristeza cuando la felicidad está ocupando todo el espacio. Mi corazón todavía martilla en mi pecho cuando pienso en Yoongi diciendo esas palabras.

También hay otro latido martilleando ahora mismo, concentrado entre mis piernas. Estoy apretando y sacando su apretado y húmedo coño y el está haciendo esa maldita cosa que hace. Donde pulsa sus paredes internas alrededor de mi polla y me mira a los ojos, su expresión de pura inocencia en el espejo.

- ¿Estoy siendo un buen chico, Papi?

Me quejo, golpeándolo con más fuerza, las bofetadas de nuestra carne que se conecta llenan el baño. -Siempre eres tan bueno. Siempre tan bueno para mí.

Baja su voz a un susurro, como si estuviéramos compartiendo un secreto. - ¿Puedes volver a embarazarme?- inclina las caderas, para que pueda ver donde mi polla desaparece en su cuerpo. -Echo de menos que te vengas en mi barriga de embarazado, Papi. ¿Por favor?

Mis bolas comienzan a estallar, pero reprimo mi lujuria, apretando los dientes para evitar venirme demasiado pronto. El lo hace todo el tiempo. Cada vez.

Aferrándome a mi último gramo de control, me acerco a la parte delantera de su cuerpo, metiendo los dedos entre sus piernas y acariciando su clítoris hinchado, escuchando su sollozo roto por la resbaladiza fricción. Y sé exactamente qué es lo que lo va a empujar al límite. En los últimos cinco años, Yoongi no solo ha aceptado mi violenta preocupación por el. Se ha vuelto adicta a ella. Anhela la prueba de mi locura cuando se trata de el. Así que le pongo la boca en su oído y le digo en voz baja: -Ya estás embarazado, cariño. Te seguí hasta el médico hace una semana. Y ellos saben que no deben ocultarme nada sobre mi esposo.

Su jadeo es inconfundible, su afecto se refleja en el espejo, junto con su gran necesidad. -Iba a sorprenderte esta noche cuando estuviéramos celebrando.

-Ya deberías saber que no hay sorpresas entre nosotros. - digo, mi dedo medio moviéndose en un borrón en su clítoris hasta que grita. -Lo sé todo sobre ti. Amo y adoro cada parte.

-Yo también te amo y te adoro. - jadea, en lo profundo de su garganta, empujándome a un pico abrasador. Y más tarde esa noche, cuando corta la cinta en su primera montaña rusa, discretamente masajeo su trasero dolorido a través de su short de cuero, ganándome una mirada de adoración, que regreso, y regresaré por el resto de nuestras vidas.

Fin...





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