9. Discordia

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Resumen:

"A Lan Xichen le habían llegado advertencias del temperamento de su esposo, pero no les había dado importancia hasta ahora."

SITUADO ANTES DEL CAPÍTULO 4. Tormento

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Cuando se trataba de hacer las cuentas, Lan Xichen prefería trabajar en solitario. No prolongaba la tarea con charla amena; no arruinaba su tiempo compartido con pensamientos de negocios. Se concentraba en la tarea hasta terminarla, para luego sacarla de su mente. No estaba muy contento de escuchar a Jiang Cheng tocar la puerta, pero aún así contestó cortésmente:

"Entra."

Jiang Cheng entró apresuradamente en la habitación, y se tropezó de canillas con el guqin de Lan Xichen que estaba entre el escritorio y la puerta.

"¡Cuidado!" Exclamó Lan Xichen. Las cuerdas de guqin chillaron en protesta.

"¡Ay!", gritó Jiang Cheng. "¿Qué hace eso ahí?"

Sin responder, Lan Xichen pasó del escritorio al instrumento y lo examinó en busca de daños.

"¿Qué – ?" Jiang Cheng comenzó a repetir.

"¡Espera un minuto!" dijo Lan Xichen. Silenció las cuerdas resonantes, pasó las manos por la caja de resonancia y tocó una nota de prueba. Jiang Cheng se giró para hacer una mueca de dolor por sus piernas. Lan Xichen dejó escapar lentamente el aliento. El timbre del guqin sonaba igual.

"Ya está," dijo, obligándose a suavizar la voz. "Todo está bien."

Jiang Cheng se enderezó, su expresión aterradora. "¿Qué está haciendo eso ahí?" preguntó nuevamente.

"Estaba practicando," respondió Lan Xichen brevemente. Se dio vuelta de rodillas, tornándose hacia su escritorio otra vez. "¿Tenías algo que preguntarme?"

"Sí tengo." Jiang Cheng dio un paso beligerante hacia el escritorio, de modo que su sombra tapaba el papeleo de Lan Xichen. "¿Y por qué practicar significa dejarlo en medio de la habitación para que me caiga?"

Lan Xichen no dijo nada. Sacó las cuentas de su sombra y las llevó a la luz de la lámpara.

"¿Acaso no hay un cuarto de música o algo?" dijo Jiang Cheng.

"Si no te gusta como tengo mi cuarto –" comenzó Lan Xichen.

"¿Entonces para qué entro?" Lo interrumpió Jiang Cheng. "Y qué hay de tus sirvientes y discípulos?" Sonaba tan indignado que Lan Xichen se giró para mirarlo a la cara. Traía los ojos y la boca bien abiertos y las cejas en dos arcos desafiantes. "¿Crees que les gusta tropezarse con tus cosas cada que entran a limpiar? Hay una forma adecuada de mantener una habitación, y no es esta. Mis hermanos no habrían tolerado que dejara mis pertenencias tiradas por ahí."

"Bastante severo de su parte," dijo Lan Xichen. El rostro de Jiang Cheng se torció en una sonrisa irónica.

"Nunca has compartido habitación en tu vida, ¿verdad?" preguntó.

Si Lan Xichen tenía que continuar con esta conversación, al menos no tenía que hacerlo mientras se torcía el cuello hacia arriba para mirar a Jiang Cheng. Se puso de pie.

"Hay un cuarto de música," dijo, "pero está al otro lado del recinto, y como habrás notado, tengo muchos asuntos por atender."

"Estás muy ocupado como para caminar dos minutos?" preguntó Jiang Cheng. No lucía comprensivo ante la carga de trabajo de Lan Xichen, y tampoco mostraba señal alguna de dejarlo continuar trabajando.

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⏰ Última actualización: Mar 01 ⏰

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