CAPÍTULO II

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Era un viernes por la noche, había pasado el primer año y medio desde que perdió a su esposo. No había día que no pensara en él. Cuando el terapeuta había dicho que debía soltar y sacar las cosas de Jongguk de casa no podía creerlo.

¿Cómo podía siquiera sugerir que debía quitar algo de las cosas de la persona que más amaba? Eso no lo haría nunca. ¡NUNCA!.

Su casa era sagrada y eran las cosas que su marido dejó mientras estuvo vivo, todas las noches ponía la salida de cama de su esposo junto a él y se abrazaba a ella mientras rompía a llorar y buscaba consuelo en el aroma de las cosas de marido. Park Jimin, que era su mejor amigo, pasaba por él a veces para sacarlo a la fuerza de su depresión. Jimin era médico pediatra, colega de Jin y su otro mejor amigo desde el segundo año de medicina. Cuando Jongguk había muerto, Jimin y su madre se habían turnado para cuidarle, obligarle a comer y al menos el primer mes recordarle que incluso debía ducharse.

-Jin, cariño. Nadie te dice que lo olvides, sabemos y entendemos eso. Lo que Hobi te sugirió es que, de poco en poco vayas dejando a un lado las cosas de Jongguk y te centres un poco más en ti. -le dijo Jimin mientras acomodaba la bandeja de sushi y los snacks en la mesa del comedor y el soju en la nevera. Esa noche harían otra pijamada, ver Dr. House, comer y embriagarse, era su plan favorito desde que perdió a su marido.

-No Mimi, te lo dije. Tu amigo Hoseok puede ser el mejor de su rama. Pero nadie, va a sacar un hilo de esta casa, si le pertenecía a mi esposo. -declaró Jin terminando de acomodar cuidadosamente una hilera de corbatas que le pertenecían a Jongguk, mirando con amor una que tenía pequeños T-Rex estampados. Seokjin le había regalado esa graciosa corbata en su primero aniversario de casados.

Jimin movió la cabeza negando, pero ya no opinó nada más, sabía que el tema de Jongguk y su prematura muerte eran un campo minado para Jin.

-Por cierto Mimi ¿Qué hay entre tú y el oficial Min? He visto que cuando llega a cuidar al paciente de la cama cincuenta tú y él comparten miraditas coquetas y tu ni siquiera perteneces a nuestra ala. Deberías estar en pediatría. - preguntó Jin, cambiando el tema a uno que Jimin no quería tocar en este momento.

El apuesto suboficial mayor Min Yoongi era todo lo que un hombre con uniforme podía ser, alto, apuesto, encantador y elocuente. Venía a cuidar al paciente de la cama cincuenta, una falla táctica en un rescate había dejado al otro marine en coma, por lo que Yoongi y Kim Taehyung, el médico tratante le habían contado, el paciente era el teniente Jeon Jungkook, pronto se cumplirían dos años de ese terrible suceso y el teniente aún seguía en coma.

La cama cincuenta estaba en UCI, el área donde Jin y Taehyung se desempeñaban, pero Seokjin tomaba casos simples, no sabían si el teniente en coma despertaría y tampoco sabían como esto podía afectar al ya vulnerable estado de Seokjin.

-Mmm no pasa nada. Es un hombre muy atractivo y dulce, pero no ha pasado nada más. -respondió mientras se metía un pepero en la boca.

-Oye no acapares las golosinas. -dijo Jin mientras cerraba las puertas del armario y corría para saltar sobre el sofá. -¿Qué capítulo de Dr.House nos toca?.

Después de horas de bebida, comida y capítulos estaban muy ebrios y llenos de sushi como para moverse del sofá y se quedaron dormidos ahí.

Pero Jin tuvo un sueño, de su dedo se desprendía un hilo rojo muy reluciente y brillante, pero al otro lado del hilo no había nada. Él recogió el sobrante de ese hilo y cuando quiso caminar en dirección opuesta, el hilo se puso tirante. Ya no estaba vacío, del otro lado estaba su Jongguk, Jin corrió hacia él y lloró. Le había extrañado, le necesitaba.

-Mi amor. Mi amado Gguk, te he extrañado mi vida. Me haces tanta falta -lloraba en el cálido pecho de su esposo, mientras este le abrazaba y le acariciaba el cabello con la punta de la nariz.

-También te extraño Jinnie. ¡Por Dios! He extrañado tenerte entre mis brazos cielo, pero no puedo seguir viéndote así mi vida. Hay algo que debo decirte.

-No, no me digas nada Jongguk, no quiero estar solo, ya no. Llévame contigo cielo -sollozaba aferrado a su marido. No quería tener que despedirse del hombre que amaba otra vez.

-Cielo, es importante. Escúchame -dijo nuevamente su marido.

Cuando se separó del pecho de su esposo, el hilo rojo que estaba aferrado a su dedo se dividía en dos. El otro hombre al que se dirigía el camino rojo luminoso lucía dormido, no se movía ni se le podía ver el rostro , pero el hilo no estaba aferrado a su dedo sino se adentraba en su pecho, a su corazón.

-¿Qué es esto amor? -preguntó queriendo acercarse al hombre en la cama chocando contra algo que no le permitía ir allí.

-Amor yo... -de repente se empezó a esfumar todo y la voz de Jimin llamándole era más clara cada vez.

-No, no me dejes. No quiero que me dejes solo. Quédate -gritó, queriendo aferrarse a la bruma que se formó alrededor de Jongguk.

-"Jan" te amo, yeobo -fue lo último que su esposo dijo antes de volver a desaparecer en la eternidad.

-No, no. Por favor, vuelve amor -gritó.

-Jin, Jin despierta ya -escuchó el grito asustado de su amigo.

Cuando abrió los ojos, su amigo estaba muy asustado. Sintió las tibias lagrimas en sus mejillas y se abrazó a Jimin mientras volvía a romper en llanto.

Su colega le abrazó y le consoló hasta que volvió a dormirse, esperando una vez más soñar con su amado, quería saber qué tenía que decirle Jongguk, preguntarle por qué había un hilo rojo en su dedo, pero sobretodo, por qué este estaba dividido en dos.

Cuando despertó el sol entraba por la ventana de su sala.

-Buenos días Jin -saludó Jimin entrando a la casa con vasos de "elixir" negro, caliente y dulce y rollos de canela humeantes. -¿Cómo te sientes?.

-Me atropellaron Mimi, me atropelló un tren y espero que hayas tomado nota -respondió burlesco sosteniendo su cabeza. La resaca estaba fatal esta mañana.

-Levanta cielo, ve a ducharte. Vamos a comer esto y luego saldremos a comer a "La Puerta", tengo ganas de comida mexicana y unas bebidas con tequila. Vamos a disfrutar del delicioso clima que San Diego, California nos ofrece hoy.

Con una suave nalgada envió a Jin a prepararse mientras se sentaba en el sofá, estaba realmente preocupado por Seokjin y no sabía qué más hacer para ayudarle. No creía que un milagro le devolviera a Jongguk, pero si ese fuera el caso, rogaba a Dios que Jin pudiese volver a sonreír.

Y nuevamente lloré escribiendo este capítulo😭 mi bebé.

Nota de la autora:
A diferencia de mis otros fics que tienen un intro musical sólo en inglés, este va a tener temas en español también.
También pido disculpas si no actualizo tan rápido, estos días han sido muy ocupados y casi no he dormido, por lo que mi cerebro se queda en blanco y no me da ideas, aunque trataré de no tomar tanto espacio entre uno y otro capítulo.
Nos leemos después 💜

EL HILO ROJO DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora