Capítulo XVIII

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Alcohol, verbena, brujas y hechiceros; ¿Qué podría salir mal?

Tenía que cuidar mis movimientos si quería que mis hermanas cooperaran, las cosas debían de salir bien.

Era un juego de todo o nada. Así de simple.

¿Qué debería usar?, ¿cuál sería mi estrategia?

Ayuda.

Melissa, estaba en el jardín definiendo detalles y preguntarle a Enea sobre moda mientras estaba tumbada en su cama jugando con una navaja, no me pareció inteligente.

Eso me pasaba por ausentarme tanto tiempo y no renovar el guardarropa. Ningún vestido me convencía y tampoco quería desencajar usando algo de otra época. Carajo.

—Si quieres puedo prestarte algo—dijo Enea desde su cama. ¿De dónde salió esa amabilidad repentina?, ¿escucharía mis pensamientos?

Me giré para verla y corroborar que no era una de sus bromas de mal gusto.

—¿Segura?—quise confirmar.

Asintió.

—Ese estilo romántico—me señaló de arriba abajo con la navaja—, no es para ti.

—¡Yo le dije lo mismo!—añadió René desde alguna parte de la habitación.

—Mel ha diseñado varias cosas y Kang me ha regalado montones de vestidos nuevos, ya sabes, es parte de hacerme la difícil—sonrió maliciosa—, así que, aprovecha.

El estilo de Enea era atrevido, le encantaba acentuar sus atributos, la palabra "modesto" no estaba en su vocabulario. ¿Plateado o negro?. Me incliné por algo plateado. Si algo tenía que brillar esa velada, era mi maldita perseverancia.

—Voy a tomar este—dije mostrándole el vestido. No fuera a serla de malas y decir que ella quería usar el mismo. Era de corte largo abierto de una pierna, tenía piedrecillas tornasol en el pecho, lo que le daba un toque muy chic. Un sexy feeling.

—Te quedará bien—respondió sin inmutarse.

———————☾✩☽——————

<<Chicas, ¿pueden venir?. Ya falta poco para la hora y Vero, no hay ni una botella de licor en la mesa>> el mensaje de Melissa fue una advertencia y llamada de auxilio.

—Esa es nuestra señal—afirmó Enea desfilando a la puerta.

El vestido negro que eligió estaba para morirse. De tela satinada, ceñido a la cintura, era una dama de la muerte. La pregunta era, ¿no pasaría frío? Yo tuve que perder un poco el glamour y tomar un abrigo.

—¿Qué?—soltó cuando me atrapó mirándola.

—Nada, pensando con qué sería bueno embriagarnos esta noche, ¿vino?, ¿whiskey?, ¿ron?—enumeré con la mano—. El champán de Mel está en la punta de la lista.

—Es lo único que toma—rio por debajo—, no soporta el licor fuerte. Yo digo que llevemos todo—sonrió.

—Estoy en eso—afirmé.

Cerré los ojos, visualicé la cava, las botellas y chasqueé los dedos.

<<¡Gracias! Son demasiadas botellas... pero, bueno. Por favor, vengan ya>>

¡Funcionó! Estaba a punto de ponerme a saltar de la emoción.

—¿Lista?—me indicó Enea.

—Chicos, ya nos vamos—anuncié.

La bruja que jugaba con el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora