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Inosuke encontró a su compañero y tal como había predicho esta vez fué el quien lo ayudó, evitando que se cortara el cuello pensando que estaba en medio de una horrible pesadilla, alcanzando a detener la catana justo en el momento indicado y cortando el cuello del demonio juntos poco después. El demonio cayó, el tren se descarriló y ambos salieron volando desde la parte superior, pero Tanjiro estaba herido y debía encontrarlo de inmediato.
Justo después, un demonio aún más poderoso hizo su aparición y el pilar de la llama cayó ante el en una pelea como jamás habían presenciado, pero a quien más le afectó su muerte fué al Alfa, que después de eso terminó concentrándose exclusivamente en entrenar y volverse más fuerte sin detenerse a pensar en nada más, ni en su salud, ni en el Omega, preocupando a todos a su alrededor. El salvaje Omega había intentado llamar su atención muchas veces sin tener éxito y su cuerpo comenzaba a resentirlo, pensó un par de veces en buscar la ayuda de otro Alfa pero el simple hecho de pensar en otras feromonas que no fueran esas amargas pero tranquilizadoras del pelirrojo hacía que su estómago se revolviera, así que soportó un tiempo en espera de que estuviera mejor.

El entrenamiento con Tanjiro era intenso, tanto que el único que podía seguirle el paso era el salvaje Omega, dejando al pobre rubio muy por detrás de ellos, logrando apenas seguirles el paso a esos dos locos que, desde hace tiempo, parecían estar más estresados y empeñados en nada más que el entrenamiento, cesando incluso sus encuentros nocturnos que parecían formar ya parte de su rutina diaria.

Zenitsu se había dado cuenta de lo estresado que se escuchaba Inosuke desde hace tiempo, mostrándose ante el Alfa como si nada pasara y desquitandose con quien se le pusiera en frente -siempre y cuando no fuera Tanjiro-, fingiendo siempre pero con la voz más tensa cada vez, terminando de manera abrupta sus charlas comunes para "ir a entrenar" seguido del Alfa que, a pesar de estar distante de forma sexual del azabache permanecía lo suficientemente cerca de el, sin darse cuenta de que esto solo elevaba la tensión y la molestia del Omega. Una noche en particular, Zenitsu se dió cuenta de la ausencia de Inosuke, era tarde y se había despertado con sed notando la cama vacía a su lado, si no fuera porque el Alfa seguía en su cama creería que habían regresado a su pecaminosa rutina, pero si no estaba con el ¿Entonces dónde estaba? Cerró los ojos intentando agudizar aun más su ya refinado oído y escuchó un par de quejidos en el patio trasero, corriendo de inmediato hacia allá esperando no encontrar lo que ya temía. Un frasco de medicamentos abierto en el suelo y las súplicas del azabache le confirmaron lo que ya imaginaba, había pasado suficiente tiempo para que el celo del Omega se hiciera presente, y está vez, no había ningún pelirrojo Alfa dispuesto a ayudarlo.

- Tranquilo Inosuke, te llevaré adentro y la señorita Shinobu... - una mano jaló su ropa lo suficientemente fuerte como para hacerlo caer, pese a lo que le sucedía parecía tener mucha fuerza aún.

- L-los medicamentos no están funcionando, me duele todo Monitsu... - su rostro estaba completamente rojo y parecía que en cualquier momento comenzarían a caer gruesas lágrimas de sus bonitos ojos verdes, pero lo que realmente le convenció de ayudarlo fué la manera en que se lo pidió - ...por favor Zenitsu, ayúdame, no llames a Tanjiro, no ... no quiero molestarlo ahora, aún no - el Beta se sorprendió mucho al escuchar esto, ese tipo salvaje había entendido el duelo por el que estaba pasando su amigo, absteniendo sus instintos y fingiendo estar bien para no preocuparlo, tal vez su relación no solo era carnal después de todo sino que sin darse cuenta, el carácter amable del pelirrojo había terminado por influenciar positivamente al azabache, volviéndolo un poco más humano cada vez, lo que terminó por enternecer un poco al rubio.

- Puedo intentarlo pero, soy un Beta, no puedo prometer que te ayudará a calmarte -

- ¡No me importa, haz algo! Solo no lo llames -

- Bien, haré lo que pueda - se acercó para recostar cuidadosamente en el pasto al adolorido Omega, era como si solo tocarlo le doliera tanto que reaccionaba inmediatamente, no entendía cómo esto provocaba el líbido de los otros sub géneros, era un mundo completamente diferente al suyo y totalmente inalcanzable que jamás podría comprender. Comenzó paseando sus manos a través de sus piernas y su pecho, rodeando el área e intentando no tocarlo en esas pequeñas áreas rosadas, soportando tanto como pudo el no tocar de más para no enfurecer al azabache pero verlo así, ruborizado y deseoso, suplicando por que pusiera sus manos en el lo comenzaba a despertar de algún modo, su buen cuerpo y su lindo rostro no habían pasado desapercibidos en ningún momento, logrando cautivarlo desde el principio y teniendo que fingir demencia cada vez que se acercaba demasiado, exagerando sus reacciones en espera de que esto lo distrajera de la verdad.
Siguió tocando, cada vez más cerca y más entusiasmado, tanto que por un momento se acercó demasiado a la parte trasera que ya desbordaba de humedad, recibiendo un fuerte manazo evitando que se acercara más y dando a entender que estaba prohibido el lugar, así que continuó estimulando al frente hasta que el Omega logró terminar pero sin lograr aminorar los síntomas en lo absoluto. Cerró sus ropas, lo cargó en su espalda completamente inconsciente y lo llevó adentro para que pudiera ser atendido.

A la mañana siguiente Tanjiro se enteró y se sorprendió con la noticia tanto que corrió a ver cómo estaba, no le sorprendía que no lo dejaran pasar pero al notar a Zenitsu salir de aquella habitación no pudo evitar acercarse para escucharlo de su propia voz, notando cómo llevaba una bandejita de medicamentos ya vacía. Escuchó que el Omega ya estaba bien, pero no pudo concentrarse en otra cosa si no en sus manos, tomó una de ellas haciendo que casi tirara la bandejita de madera, mirándola por unos momentos y la apretó con tanta fuerza que lo lastimó y asustó al rubio por unos momentos, teniendo que disculparse de inmediato antes de irse sin mediar ninguna otra palabra.

- Deberías considerar no acercarte a Tanjiro por unos días, aún tienes el aroma de las feromonas de Inosuke en tus manos - dijo la señorita Shinobu dándole a entender que sabía lo que pasó la noche anterior gracias a las feromonas en su piel, y así lo hizo, evitando el contacto con el Alfa mientras cuidaba del azabache a falta de personal en la finca. La tercera noche, después de darle un baño de esponja, no pudo evitar posar sus manos en sus mejillas y comenzar a acariciar su pálido rostro, había estado inconsciente desde entonces y se veía tan tranquilo que no pudo evitar el contacto.

- Eres hermoso Inosuke, no entiendo cómo puedes ser tan fuerte y valiente al mismo tiempo - sonrió levemente mientras sus ojos comenzaban a humedecerse - siempre estás tan lleno de energía que terminas contagiandome, soy más fuerte y mejor gracias a ti, la verdad es que, me gustas mucho, es una lástima que jamás podré decírtelo - besó suavemente sus labios, luego su frente y una pequeña lágrima bajó por su mejilla hasta el rostro frente a el. Se recostó en la cama de al lado que se había dispuesto para él y trató inútilmente de consolar el sueño, llorando a mares y en silencio el olvido que debía apresurar en su corazón pues su falta de valor de decirle lo que sentía al azabache había llevado hasta esa situación - perdóname Tanjiro... - apenas pudo susurrar entre sollozos - ...no pude evitar enamorarme de tu Omega -

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No me duele ¡Me quema, me lastima! 😭😭😭 Perdóname Zenny, no me gusta hacerte sufrir bebé, eres mi rubia llorona preferida

Solo dime que sí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora