── ¡Tom, Tom! ── oí la dulce voz que resonaba en mi cabeza los últimos días.
Busque con la mirada de donde provenía y las encontré. Emma y Taylor estaban allí.
la sonrisa de mi hija era maravillosa, a diferencia de Emma, la cual tenía una cara de horror y molestia al mismo tiempo.
Los nervios volvieron a consumirme, simplemente me parecía irreal el hecho de ser padre. Pero de alguna forma, me alegraba ver a Emma otra vez, junto con Taylor.
── ¿Emma? ── la voz de Bill se escucho por casi toda la cafetería.
La cara de Emma fue un poema, nos vio, a los dos.
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EMMA TUCKER.
Tom estaba allí, junto con Bill.
No vi cuando Taylor fue corriendo hacia Tom, solo pude ver su cabellera pelirroja corriendo a su dirección.
Me levante rápidamente y camine hacia ellos, Tom se agacho y chocó su mano con la de mi hija. Bill me miraba incrédulo, sin poder creer verme. Tambien note nostalgia en sus ojos, también vio a Tom, junto con Taylor. Bill ya lo sabía.
── ¡No puede ser, Emma! ── Bill fue quien se acercó abrazarme, me congele por unos segundos pero luego le devolví el abrazo con dulzura.
Verlo se me hacia irreal, estaba tan cambiado... Su cabello ya no estaba alocado y negro, ahora estaba de un rubio platinado y corto, su caracteristico maquillaje oscuro, junto con su vestimenta ya no estaban, en cambio su rostro no tenía ni una gota de delineador, y su ropa, si bien seguía rockera, no era la misma. Sabía que había cambiado completamente, ya que me volví una stalker e investigue toda su vida, pero verlo en persona era distinto.
Nos sentamos todos juntos en mi mesa, estaba erviosa, Tom y Bill igual.
── ¡Me encanta tu cabello! ── era la tercera vez que Tay halagaba el cabello de Bill, quien al principio no sabía como responder, pero le dio una dulce sonrisa.
── A mi también me encanta tu cabello, siempre quise tenerlo rojo ── le guiño un ojo divertido y Taylor abrió sus ojos exageradamente mientras su mandíbula caía.
── ¡No puede ser! Yo siempre lo quise rubio, ¡Cambiemos! ── sus manos fueron a sus mejillas mientras le daba una sonrisa enorme, Bill soltó una risa, y también escuche la de Tom.
