VI

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   Pablo era muy inocente. No se daba cuenta de las insinuaciones de su jefe, tampoco sobre el evidente odio del chico rubio. Pues claro, a pesar de ser un chico de campo, tenía sus encantos. Su belleza y carisma cautivaban a cualquiera.

El amante de Robert lo sabía. Las últimas semanas trataba de arreglarse más, pasaba más tiempo con él, sabía que si se descuidaba un segundo, Lewan ya estaría detrás de Pablo intentando llamar su atención. ¿Qué más debía hacer? Perdería su estatus, perdería su poder sobre los demás en esa ciudad, ser el enamorado de Lewandowski era un privilegio, pues él era el hombre con más riqueza de por ahí.

-¿Qué crees que haces?- De nuevo, estaba reclamando a Robert.

-¿Hacer qué?-

-¿Tú piensas que no me doy cuenta? ¿De cómo miras al campesino ese? Robert, por Dios. ¡Yo soy tu pareja!- Estaba eufórico, Lewandowski se hacía el desentendido.

-No te dirijas de ese modo a Pablo. No entiendo el porqué de tus celos desmedidos. Tienes que entender, es un empleado y nada más. Trátalo bien, recuerda que sigo siendo tu superior.- Con claro enojo. el chico abandona la oficina.


























Gavi se encontraba guardando sus cosas, su jornada había terminado, debía ir hacia su casa. Se dirige a la salida, cuando nota que la puerta principal estaba bloqueada. Tenía un mal presentimiento. Entró en pánico. No quería molestar a su jefe, sería un estorbo.
No encontraba a ningún otro dependiente por la gran casa. Hasta que logra divisar al chico rubio bajando las escaleras. Quizá podría ayudarlo.

-Em, disculpa. ¿Podrías ayudarme? Es  que la puerta está...- Es interrumpido por el otro.

-¿Qué es lo que quieres? Sucio granjero. Ya deberías de estar en tu rancho durmiendo con las vacas.-

-Sólo quiero irme a casa...- Gavi estaba vulnerable, las palabras del rubio no le afectaban, lo que le afectaba era no ver a su padre.

El chico tenía una idea perversa.-Sabes, creo que he visto las llaves dentro de aquella habitación, ¿por qué no vas a averiguarlo?-

Pablo era iluso. Se adentró a la estrecha habitación oscura, y en menos de un segundo, la puerta detrás de él fue cerrada. No podía salir, estaba desesperado.

Habían pasado unas horas, ya se había rendido. Estaba derrumbado en el frío piso de ahí. Derramaba lágrimas a montones. No había hecho nada malo para que reciba ese trato, era un simple chico del campo que trabajaba para llevar los medicamentos a su padre. Lloró hasta quedarse dormido.















Despertó por la luz que le daba en el rostro. Su jefe lo había encontrado por la mañana.

-¿Pablo? ¿Qué haces aquí?- Se le notaba preocupado por el joven.

-¡Señor Lewandowski! ¡Se lo suplico! ¡Lléveme a mi casa!-

























































  Lewandowski veía desde su auto como Pablo se acercaba hacia él. El chico tenía una mirada perdida.






















-Mi padre... está muerto-

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El Prado |ˡᵉʷᵃᵛⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora