V

222 21 0
                                    

  Volvía a su hogar, a su vieja casa de campo. Tenía tantas preguntas en su cabeza. El chico que había visto era de notable belleza, no vestía con ropas viejas como los demás empleados en esa mansión. A pesar de su hermosura, su actitud no era su fuerte. Parecía tenerle un cierto odio a Pablo, su mirada lo delataba. Es más, cuando entró a la oficina de Robert sin tocar, fue a echarle en cara el porqué había contratado a Pablo, el rubio sentía que el cocinero nuevo sería su competencia. Había luchado tanto por meterse a la cama de Lewandowski y tener el privilegio de ser el favorito del jefe. No iba a dejar que un simple campesino le quite todo lo que peleó durante mucho tiempo.










-Papá, he vuelto...- Entra a la habitación de su progenitor, donde éste se hallaba cada vez más débil.

-¿Cómo te ha ido con las ventas, Pablo? Se te nota cansado- Decía el hombre viejo con una expresión preocupada-

-Me ha ido bastante bien, aunque hoy no vi a Pepi- Pues claro, no había ido al parque donde siempre andaba con su canasta, había ido directamente a la casa de Lewandowski.

Con una mirada triste, su padre, con sus pocas fuerzas, abraza a su hijo- Lo lamento tanto, hijo mío. Quisiera ayudarte, pero ya ni siquiera puedo pararme de la cama. Perdón por tenerte atado a este viejo campo. Sé que tu sueño siempre fue vivir en la ciudad.- Pablo derrama algunas lágrimas sobre el hombro de su padre- No me queda mucho tiempo. Prométeme que cuando yo muera, cumplirás tus sueños. Todavía eres joven, tienes belleza y eres inteligente. Yo te amo, mi niño. Eres lo mejor que me ha pasado.- El enfermo le deposita un beso en la frente y se acuesta de nuevo. Pablo estaba herido.
































-¿Y qué tal tu primer día de trabajo con Lewan? ¿Ya te ha hecho chupar su pene?- Decía Pedri riéndose.

-No, Pepi. No digas eso, yo solo trabajo como cocinero, es todo. Además, no lo he visto casi.- A pablo no le gustaban los chistes de su amigo- Y respondiendo la primer pregunta, creo que me ha ido bastante bien. Aunque hay un chico que me miró un poco mal, lo saludé y no me respondió.- Dijo alzando los hombros.

-Uy, te has topado con su nuevo amante, quizá él piensa que eres competencia. Hombre, no le des mucha importancia. Hazle saber que tú solo vas a trabajar ahí, no a revolcarte con Robert.

-Trataré de estar lo más lejos posible de él y de mi jefe. No quiero problemas.- Pablo mira la hora en su viejo y dañado reloj.- Uy. Me tengo que ir a trabajar. Adiós, Pedri. Nos vemos mañana.- El chico monta su bicicleta y va directo al hogar de Robert.


El Prado |ˡᵉʷᵃᵛⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora