—Po' ma' dicho Roberto que ha llegao' mi primo zegundo. Va a pazá un mezezito aquí en er pueblo.
—¿Tu primo zegundo cua...? Zerá que no tienes primos tú... De tos colores y en toas partes— achinó los ojos Violeta.
—Niña, er Cris, er canario-aclaró con obviedad.
-¿Cris? —preguntó confundida—. iAh! ¿Er de tu prima Merche?
—Eze mismo-confirmó Juanjo—. Es mu apañao' y mu jovencito, ¿eh, Chiara? Zi quieres te
lo...-Qué manía tenéis tos con emparejá a la
Chiara... -interrumpió su mujer, haciendo que él la mirara con gesto de desaprobación. La pelinegra , sin embargo, le dedicó una amplia sonrisa para agradecerle el comentario. Le parecía increíble que Violeta, a su manera, hubiera asumido y entendido su orientación sexual de forma tan rápida.—Ojú, yo zolo quiero que ze lo paze bien aquí-se quejó Juanjo, sacando la navaja de su bolsillo para hacerle un tajo a la sandía. Levantó las cejas en dirección a Chiara, y esta asintió, recibiendo el trozo de fruta con fingida alegría.
—Ya ze lo paza estupendamente conmigo, ¿a que zí? —sugirió Violeta, poniéndole ojitos a la urbanita.
—Claro-asintió, ahora sí, con verdadera felicidad.
—Ome, pero no es lo mismo... -—carraspeó
Juanjo. Ceporro, que le gustan las hembras...
Ay, zi fueras una mijita abierto te lo contaría, pero es que no das pa' más, mi niño.—Uy, Kiki, que no hemos zacao tu cacharro del arró. A vé zi va a germiná o argo-bromeó, levantándose de la mesa para buscar el móvil enterrado en aquellos granos. Violeta halló una capa blanca sobre la pantalla negra, así que frotó el teléfono con su camiseta para limpiarlo.
Cuando se lo devolvió a Chiara, el terminal estaba casi impoluto.—Crucemos los dedos-murmuró la pelinegra antes de pulsar el botón de encendido. El negro pasó a ser blanco, emitiendo un fuerte fogonazo de luz que dibujó en su rostro una gran sonrisa-.
¡Que funciona!—Po' no te dije que ezo ze arreglaba... - sonrió
Violeta, sentándose en la silla de nuevo-.
Juanjo es que ziempre empapa los relojes. Yo no zé qué hace con ellos...—Pero Chiara, ¿tú zabes por qué ze meten en arroz? -preguntó con intriga el cabeza de familia mientras tiraba con rudeza la cáscara en el plato vacío.
—Para que absorba el agua, ¿no? —respondió con obviedad, y el granjero soltó una carcajada muy tosca. Algo tendría entre manos. Qué miedo me da a veces, coño. Bueno, a veces. Lo raro es cuando no. Qué tío más raro. Nunca sabes con qué te va a salir.
—No... el arró atrae a los chinos-susurró como si fuera un secreto y estirando sus ojos para fingir tener ese rasgo oriental—. Y ellos reparan er movi por la noche.
—Ere' más zalao... —rio Violeta, acariciando la mejilla de su marido, que cerró los ojos ante la caricia. Chiara se quedó boquiabierta, obviando por completo lo descaradamente mal que estaba mirando a la pareja. Suerte que su móvil empezó a pitar desesperado. Toda una noche sin recibir mensajes era lo que tenía.
—Un segundo—se disculpó Chiara, saliendo de la cocina para llamar a Bea. Tenía más de cinco llamadas perdidas de ella. Ya se encargaría después de los cientos y cientos de mensajes que tenía acumulados.
—¿Se puede saber dónde estabas, Chiara?
—Se me cayó el móvil al río y... bueno. Dejémoslo en que ha revivido. ¿Pasa algo?
—No, no pasa nada... pero me pareció raro que anoche no me mandaras tu mensaje de autoevaluación. ¿Cómo estás? ¿Has tenido...?
-Ah, bien, bien-contestó rápidamente-. Todo bien, de verdad.
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Girazoles // Kivi
HumorUn fic que promete haceros reír: Violeta es una inocente y sencilla granjera. Chiara es una moderna y exitosa empresaria. Sus caminos se cruzan cuando Chiara llega a VillaOT por recomendación de su psicóloga. IMPORTANTE: Esta historia es una adaptac...