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•|𝑶𝒎𝒏𝒊𝒔𝒄𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆|•
Esa misma tarde Mizu se encontraba haciendo su tarea mientras Ryuko estaba "recostado" en su cama mirando los arreglos que había hecho la azabache en la habitación. Se sentía extrañamente feliz de volver a su antigua habitación.
Ryuko estaba terminando una corona de flores para después hacerla flotar hasta la cabeza de la chica.
—Gracias... —agradeció quitándose la corona de flores dejándola de lado.
—No hay de qué. —dijo el chico sonriendo.
—¿Sólo yo puedo verte? —pregunto girandose a ver al chico que estaba jugando con su peluche.
—Nop, también esas chicas tu vecina y la otra chica pelirrosa. —respondió alzando el peluche.
—¿Annia-san y Yae-san? —cuestionó mirando sorprendida al fantasma, el cual asintió en respuesta.
—¿Y cuánto años tienes? —pregunto curioso mirando sus libros que estaban en la cama.
—Tengo 15, —contesto mirando como leía unos libros de matemáticas. —¿y tú?
—No lo recuerdo. Solo recuerdo mi nombre y como llegue aquí.
—Vale...
—Que lindo dibujas. —halago mirando el cuaderno de dibujos de la azabache.
—Hay personas que dibujan mejor que yo. —dijo quitándole de las manos el cuaderno.
—Yo digo que son bonitos. —mencionó flotando al escritorio mirando la tarea de la chica.
—Eres muy curioso Ryuko. —comentó cerrando sus libros.
—Es que llevaba tiempo sin hablar con nadie, es muy aburrido cuando no había nadie. Solo éramos las flores y yo. —dijo mientras veía por el balcón el atardecer.
—Oh, no sabía, —habló dejando sus libros ordenados. —aun se me hace algo extraño hablar con un fantasmas.
—Tranquila, entiendo.
Ambos se quedaron en un silencio sepulcral, la azabache solo se asomó por el balcón mirando a sus vecinos pelear por algo, lo que la saco de onda fue que su profesor de química con dos moños adornados con unos lazos rojos.
