La adolescencia, una etapa donde no eres mayor pero tampoco un niño, donde las emociones te sobrepasan, donde odias el amor pero es lo que más buscas.
La etapa en la que se supone que somos "rebeldes" pero solo intentamos entendernos.
Una edad en la que la liamos sin saber encontrar la solución a pesar de que se supone que somos maduros.
Nadie nos enseña a crecer, amar, querer, no odiar para siempre, no nos dan un manual para perdonar y no perder a esas personas que para nosotros son nuestra vida entera.
¿Cómo vamos a querer si no sabemos qué significa eso?
Siempre nos dicen que lo que no te mata te hace más fuerte pero como aceptar la caída si tenemos miedo de que nadie nos ayude a levantarnos.
Los adolescentes vivimos de ilusiones, de confianza y de deseos que esperamos que algún día se cumplan.
En nosotros no existe la escala de grises pero tampoco somos blanco y negro, somos el limbo, somos todo y nada a la vez, somos los más vistosos pero a la vez los más invisibles.
Siempre echan la culpa a la adolescencia pero ¿no puede ser que nadie nos enseñó a vivir y no a sobrevivir?
El amor en esta etapa es lo más bonito y doloroso que puede existir, no sabes lo que está bien y lo que está mal, no entendemos porque la gente se va.
Nos preguntamos si algo está mal en nosotros pero no vemos que miles de personas se lo preguntan al mismo tiempo.
Nuestros amigos son nuestro sol, muchas veces damos todo y no recibimos nada pero nos obligamos a estar orbitando alrededor de alguien.
Porque nadie nos dijo que la compañía de la soledad no siempre es el mayor daño.
Si tuviera que definir la adolescencia con una palabra sería sueños, estamos hechos de sueños que queremos cumplir.
Queremos amor, amistad, ser felices pero muchas veces vemos esos sueños tan imposibles que nos rendimos por el camino, y en vez de un consejo recibimos un castigo.
Siempre hemos escuchado que en esta etapa nuestros padres son nuestros mayores enemigos, pero no es odio lo que mostramos, es nuestra frustración reflejada en enfados, lágrimas, rebeldía.
Porque nuestra lengua no tiene las suficientes palabras para expresar todo lo que no entendemos y que en forma de actos intentamos transmitir a nuestra familia.
Pero al final es tan raro que ni ellos mismos saben lo que buscamos, y únicamente es encontrarnos.
Solo se que no sabemos nada pero queremos saberlo todo, nadie nos entiende, ni siquiera nosotros mismos pero no dejamos de luchar porque a pesar de que todo esté en nuestra contra, una voz en nuestro interior nos dice que algún día recordaremos la adolescencia como la etapa más dura y bonita que el ser humano puede vivir porque los adolescentes somos luz y oscuridad.