Una persona sensible es capaz de sentir sus sentimientos multiplicados por cien, capaz de amar, llorar, reir o sufrir por el mínimo detalle.
Haber nacido siendo sensible nos complica el vivir pero nos permite mirar el mundo desde otra perspectiva. Tenemos la capacidad de apreciar las cosas que algunas personas pasan por alto, no podemos detener las emociones que luchan por salir, y que al final expresamos con lágrimas, sonrisas, abrazos y amor.
Somos muchas las personas sensibles pero pocas lo muestran, tenemos miedo de que nos juzguen, de ser incomprendidos por esta sociedad.
Esas personas son y serán altamente sensibles, sus emociones siempre estarán a flor de piel. Es bonito sentir tanto pero si algo te duele será como mil dagas que te dañaran y te harán vivir un flujo de malas emociones que no podrás controlar.
Al final la vida es felicidad y tristeza, pero en nuestro caso pasamos de la alegría absoluta al dolor más profundo, de reír a llorar en un segundo, de sentirnos completos a estar completamente vacíos.
Somos una parte excepcional de la sociedad a la que siempre se le juzgará aunque no se exprese con palabras.