En nueve días hubiésemos cumplido dos años juntos, es increíble lo rápido que pasa el tiempo cuando no estamos atentos.
Quinientos ochenta y un días desde que todo acabó, recuerdos y sensaciones que acuden a mi mente cuando menos me lo esperaba, alegría, tristeza, dolor, nostalgia...
Intento luchar, mi mente es fuerte pero mi corazón no deja de gritar tu nombre aunque sepa que nadie lo va a escuchar.
Es como si el tiempo no hubiera pasado, parece como si todavía estuviéramos en aquel parque charlando sobre la vida en general.
Parte de mis pensamientos siguen siendo tuyos, una parte ínfima que no se atreve a olvidar que un día fuiste todo cuando no había nada.
Mentiría si dijera que los sentimientos que un día florecieron se han marchitado, todavía no puedo decir que ya te deje ir.
Pero me alegro por ti, me agrada verte feliz aunque una parte de mi me siga recordando que pudimos ser así.
Quizá en otra vida pudimos ser felices, no temí comunicarme y el amor fue más fuerte que nuestra situación.
O a lo mejor decidimos que siendo amigos era mejor, y cada uno hizo su vida pero siempre al lado del otro permanecimos.
Podría especular toda la noche, formular preguntas al aire, e imaginar situaciones en las que el dolor no nos consumía de madrugada por esas palabras que fueron enviadas.
Lo único que sé es que siempre serás mi Saturno, aunque la razón me impulse a olvidar tu recuerdo, mi corazón quiere creer que nada es imposible.