Los fashion week es el evento más importante de moda, cada año reúne a los famosos de más alto nivel, y por supuesto, a los embajadores de sus respectivas marcas para que asistan a esta pasarela. Su alfombra roja ve pasar a cientos de famosos cada a...
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Enzo como pudo cerró la puerta con su pie, mis piernas se encontraban al rededor de su cintura y mis brazos al rededor de su cuello, sus grandes manos se mantenían en mi trasero manoseándolo sin vergüenza mientras nuestros besos resonaban en toda mi sala de tan húmedos que se volvían con cada segundo. Al llegar al sofá Enzo quiso sentarse pero lo detuve cortando el beso.
-- Espera, es más cómodo en mi cama-- dije acomodando uno de mis mechones rebeldes que se había salido
Enzo me sonrió con picardía y caminó conmigo en sus brazos hacia mi habitación, le señalé qué puerta era y y entró solo empujando ya que ya se encontraba abierta.
Me dejó en mi cama mientras su boca devoraba mi cuello con desesperación, de mi boca salían gemidos ahogados. Se separó de mí para quitar su saco y aflojar su corbata. Acarició mis piernas mirándome con picardía y yo mordí la punta de mi uña del dedo índice erizándome ante su toque. Enzo se abalanzó a mis labios besándome como si su vida dependiera de ellos, sus manos fueron a los tirantes de mi vestido bajándolos por completo, me incorporé en la cama para hacer el trabajo más fácil y así bajar mi cierre en la espalda.
-- Como deseaba quitarte ese vestido desde que te vi con él -- dijo agitado, sonreí coqueta mientras él bajaba el cierre y yo me paré para dejarlo deslizarse por mis piernas como mantequilla.
Me volví a acostar y Enzo se posó sobre mí con sus manos a la altura de mis hombros para no dejar caer su peso sobre mí. Desabroché su camisa y quité su corbata eliminándolas de la escena.
Me tomé un momento para admirar su pecho desnudo, este hombre era la octava maravilla del mundo. Su piel irradiaba un brillo bajo la tenue luz de mi habitación, su piel era sedosa, suave y sus pectorales estaban bien marcados. Bendito sea el algodón con el que hicieron el colchón donde sus papás echaron pasión para crearlo a él.
Cuando reaccioné y volví en sí de mi trance llamado Enzo Vogrincic, el mencionado me estaba viendo con una sonrisa orgulloso y la vez burlona mientras sus mechones de cabello pelinegros caían en su pequeña frente haciéndolo ver más sexy.
-- ¿Te gusta lo que ves, chiquita?- dio un pequeño golpecito con su dedo índice en mi mejilla derecha.
-- Me encanta la vista desde aquí -- dije con mi pecho subiendo y bajando provocando que mis pechos descubiertos se acercaran un poco a su rostro.
Enzo bajó su mirada a ellos y segundos después hizo lo mismo con su rostro, sus labios cálidos y delgados tocaron la piel de mis senos dando un beso sonoro en uno de ellos para luego morderlo haciendo que una especie de electricidad recorra mi cuerpo alojándose por fin en mi vientre. Relamí mis labios y Enzo comenzó a bajar sus besos por el camino entre mis pechos hasta llegar a mi abdomen donde se detuvo a lamer, dejar húmedos besos e incluso a oler acariciándome con la punta de su nariz, reí por bajo enternecida mientras mis manos se encontraban acariciando su caballera negra.
