Capítulo 8

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—¿No puedes dormir? —preguntó él, con su mirada seria.

—La verdad no me sentía muy bien y quise salir a tomar aire fresco —contesté yo y él se hizo a un lado para que pudiera sentarme.

—¿Estás enferma?

—No, solo estoy cansada. ¿Tú que haces aquí tan tarde? —mi pregunta lo tomó por sorpresa y de repente sonrió nervioso.

—Solo estoy mirando las estrellas, la verdad es que estoy un poco preocupado —lo miré de reojo y él no dejaba de observar el cielo, ya no tenía su sonrisa, solo una mueca de preocupación.

—¿Por tu hermana? —él se sorprendió ante mi pregunta y me observó de golpe.

—¿Cómo...?

—Adivine —le interrumpí yo y él solo asintió con la cabeza.

—Desde que se convirtió en emperatriz, no hay un día en que no me preocupé. Ella es tan reservada, jamás va a decirme si algo le está haciendo sentir mal —él se veía muy preocupado y era entendible. La verdad es que también entendía a Navier, ella era reservada por su crianza como futura emperatriz, pero también es difícil abrirte a un hermano que sabes cómo va a reaccionar.

—No deberías preocuparte tanto, estoy segura de que ella está bien ahora.

—Es bueno oírlo de ti, después de todo eres su sirvienta —la sonrisa volvió a su rostro y sus ojos se iluminaron— Me has dado un poco de paz.

Nos quedamos ahí los dos, un rato sin decir o hacer nada, solo mirando a las estrellas y haciéndonos compañía. Si en mi vida anterior, me hubiesen dicho que me sentaría a mirar las estrellas con Kosair, habría pensado que era algo muy ridículo. En esta vida es posible y puedo ver mucho más de lo que veía antes, eso me da tanta alegría.

"Tal vez no seas mi esposa, pero eres la esposa de mi corazón"

Esa frase llegó de repente a mi mente y no pude dejar de pensar en ello, me sentía muy desgastada. No recordaba con exactitud qué hombre la había pronunciado, por algún extraño motivo, ese recuerdo estaba borrado de mi mente. Pero de alguna manera, es tan importante que hace que mis ojos lagrimeen.

—¿Te encuentras bien? —preguntó el chico a mi lado y yo asentí con la cabeza, pero mi intento de apretar los labios y contener las lágrimas no resultó, estás se desplomaron por mis ojos y se deslizaron por mis mejillas.

—Estoy un poco cansada, ya no sé qué más debería hacer —le confesé algo angustiada y él pareció asustarse de repente. No parece un hombre que sepa cómo actuar ante el llanto de una mujer; de igual forma es muy caballeroso en cualquier situación.

Él se mantuvo en silencio, no respondió nada a lo que dije y eso me hizo sentir bien. No tenía ganas de hablar de cómo me sentía y tampoco quería dar explicaciones o inventar alguna mentira para no decirle la verdad. Agradecía internamente la postura que estaba tomando, pero al mismo tiempo me sentía molesta.

—El agote mental es peligroso, debes cuidar tu cabeza, sin ella no funciona nada más y solo serás un cuerpo vivo, pero sin vida —eso fue lo único que él dijo.

—Cuidaré mucho mi cabeza —contesté viéndolo directamente, él giró su cabeza y me sonrió.

En ese momento él miró a todos lados, como cerciorándose, y luego se acercó a mí para darme un abrazo. Colocó sus brazos en mi espalda y me atrajo contra su pecho. Pude sentir el calor de su cuerpo sobre su camisa y el delicado perfume que traía. Rodeé su cintura con mis brazos y el calor subió a mis mejillas. En cuestión de segundos me había sonrojado, tenía demasiado calor.

El abrazo duró unos diez minutos, pero fueron los diez minutos más largos de mi vida. Hasta que finalmente se separó de mí lentamente y se me quedó observando detenidamente. Sus profundos ojos hablaban por sí solos y en ese momento me sentía más confundida que antes, no entendía nada cuando se trataba de él.

¿Siempre fue así?

¿Siempre fue un hombre así de sensible?

Yo solo recuerdo a un hombre que me quiso causar un aborto, que me humilló en el imperio occidente. Un hombre violento, agresivo y con una labia irritante. ¿En qué momento se volvió un hombre empático y caballeroso? ¿Este era realmente él o solo es uno de los tantos cambios que hubo desde que volví en el tiempo?

No estaba segura de qué era lo que pasaba, pero mis sentimientos hacia este hombre eran demasiado evidentes y no podía evitar pensar, que esto jamás lo había sentido antes, ni con Alan, ni con Sovieshu. Era un sentimiento totalmente nuevo y hermoso. Mi cuerpo se contraía y algo revoloteaba en mi estómago, una vaga sensación de querer vomitar. No estaba segura de si, era por tenerlo tan cerca o porque estaba embarazada, pero de igual forma quería hacerlo.

Era una locura, un cuento del que no quería despertar, pero del que despertaría de igual forma. Kosair es un futuro duque y un hombre con una reputación particular; yo sigo siendo una esclava fugitiva. Aunque me guste, él jamás sería una opción para estar conmigo, porque no siento que mi futuro pueda cambiar. Además, hay que recordar su futuro y si él al final es desterrado, cosa que pasará porque dudo que Sovieshu lo aguante mucho, yo no voy a poder estar con él y no siento que valga la pena el esfuerzo.

Saber el futuro de alguien que te importa y no poder decírselo, es la cosa más difícil que puede ocurrirte en la vida. Es frustrante y molesto, solo quieres contarle y ayudarlo a cambiarlo, pero al mismo tiempo saber que no es lo correcto. Él seguía observándome, no dejaba de verme a los ojos y yo ya sentía la picazón en mis labios. Era suave, pero la sentía; estaba ahí, latente, esperando una reacción.

—Nunca había conocido una chica como tú —dijo el de repente.

—¿Una sirvienta sin educación? —pregunté riendo y él también se rio.

—No digas eso de ti, no me refería a eso —contestó poniéndose serio— Me refería a tu forma de ser, siento que escondes muchas cosas, pero de alguna forma me gusta el misterio tan grande que eres —sus palabras hicieron eco en mi cabeza y se metieron directo a mi corazón.

Decidí no esperar, no quería que él tomara la iniciativa.

Quería ser yo quien lo hiciera.

Así que lo besé sin darle tiempo a reaccionar.

Así que lo besé sin darle tiempo a reaccionar

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