Capítulo 3

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Los días fueron pasando y me sentía algo abrumada por el encierro, pero la calidez era perfecta. Ser emperatriz me hizo sentir muy agotada, volver a ser la joven Rashta que vivía en el palacio sin preocupaciones, se sentía perfecto. Esta vez tengo que ser más inteligente, tengo que encontrar una forma y me vengaré de aquellos que me llevaron a ese horrible final.

Por suerte me sentía demasiado recuperada, por lo cual ya era momento de salir de esa habitación e ir a buscar a la emperatriz. Estos días los dedique a meditar sobre mis planes a futuro y llegué a la conclusión de que solo tengo dos posibilidades; ser la sirvienta de Navier o convertirme en la concubina de Sovieshu y no pasar de eso. Volver a ser emperatriz no es la solución y dado que Glorim no es hija de él no, no creo que sea conveniente repetir la historia, no creo que tenga otra oportunidad de arreglarlo.

Me enfocaré en la primera opción, siendo simplemente la sirvienta de Navier, sin intenciones hacía el emperador. Estoy segura que podría ser suficiente para que no me desprecie y con el tiempo podría volverme su íntima amiga. Tengo más oportunidades de sobrevivir bajo el cuidado de la emperatriz que del emperador.

—¿Rashta? —Sovieshu preguntaba mi nombre desde la puerta, al escucharlo levanté la cabeza y lo observé llena de curiosidad. Ahora que había cambiado algunos aspectos del pasado, ya no sé qué es lo que ocurrirá.

—¿Majestad?

—Está noche habrá haremos una celebración, podemos ir juntos si quieres —dijo el con mucha tranquilidad.

—¿Celebración? —me quedé sorprendida, no recuerdo que hubiera una celebración en ese momento. Si se hicieron varias luego de que yo me volviera amante, pero estoy segura de que no fue en ese momento.

—Sí, no tienes que preocuparte de la razón, pero si estas cansada puedes quedarte y dormir un poco. No quiero que te hagas daño, aún debes estar conmocionada —sus palabras sonaban como cuchillas en mi alma, ese hombre está repleto de mentiras y de odio, definitivamente no era ese que yo vi en su momento. ¿Cómo pude ser tan ciega?

—¿Su majestad la emperatriz va a asistir? —pregunté inocentemente, aunque creo que es obvia su asistencia. Es la emperatriz, debe asistir a todos los eventos sin importar que tan pequeños sean.

—Por supuesto.

—Me gustaría asistir con ella, aun quiero ser su sirvienta —el me quedó observando demasiado serio, no parecía nada contento con esa idea.

—Esa es una decisión de la emperatriz —dijo seco mientras se rascaba el cuello.

—Hablaré con ella, ya que esta es la única forma en la que puedo quedarme en el palacio, servir a sus majestades.

—No, no necesariamente, hay otra opción —el me observaba detenidamente y yo sabía a lo que se refería, pero esta vez no repetiría mi error.

—Sé que puedo quedarme si me vuelvo su amante majestad, pero no tengo intenciones de hacer eso.

La charla no continuó de eso, pero quería que entendiera eso, no tengo intenciones de volver a ser su amante por nada en el mundo. Quiero servir a la emperatriz y que cuando nazca Glorim pueda tener una buena vida. Sé que no pude conectar adecuadamente con mis hijos en aquel momento y tampoco estoy segura de lograrlo ahora, aun me atormenta todo lo que sucedió, pero esta vez intentaré que al menos tengan un futuro digno.

Salí de la habitación para reencontrarme con su majestad, ella parecía muy tranquila caminando con sus damas y verme la sorprendió bastante. Volví a dejar claro mis intereses de servirla y dado que ya estaba recuperada, ella acepto. Me permitió ayudarla a prepararse para la fiesta y me puse el vestido que Sovieshu había preparado para mí.

La fiesta era bastante agradable, aunque pude encontrarme de repente con todos esos nobles chismosos y juzgones. Murmuraban, secreteaban y era más que claro que yo era el tema. Todos estaban muy curiosos por mi repentina intromisión en el palacio y como acabé junto a la emperatriz. La verdad no me preocupa, al final se enterarán de que sirvo a la emperatriz y se olvidaran de mí, eso es lo que más me importa.

A lo lejos veo al emperador Heinrey de occidente, aunque en este momento no es el emperador, siquiera es rey, aún sigue siendo un príncipe y pronto perderá a su hermano teniendo que tomar su lugar. No me preocupe demasiado en ese momento, él se acercó a la emperatriz cuando dejó de bailar con el emperador y también se dispuso a bailar con ella. Volver a vivir esto pero de una forma diferente, digamos que me está comenzando a afectar.

De repente aparece alguien detrás de ellos y la ira comienza a apoderarse de mí, era el duque Ergi. Ese hombre rata y traicionero, confiar en él fue uno de mis peores errores. Tenía planes para él, pero debía ser mucho más inteligente y no dejarme engatusar por su amable lengua. Me acerqué con cuidado a él y este me quedó observando fijamente al verme.

—¿Eres la mujer que cayó en la trampa del emperador? —preguntó él y yo asentí con la cabeza.

—Soy Rashta.

—Yo soy Ergi, el duque Ergi —cuando dijo eso sonrió ampliamente.

Muchas mujeres lo veían a la distancia, no era un secreto para nadie su reputación cuestionable. Esa es una de las razones por la que el príncipe Heinrey tiene su reputación, por su sólida amistad con este duque estúpido. Debes cuidar con quien se junta la gente, muchas veces son de la misma calaña y no me sorprendería para nada que se esconda un monstruo dentro del emperador de occidente.

—Se lo que planea señorita, no creo que sea casualidad que haya caído en la trampa del emperador —las palabras del duque también me sorprendieron, esto no fue lo que él me dijo cuándo nos conocimos. ¿Por qué de repente pasan cosas de una forma diferente? sé que cambie algunas de mis decisiones, pero ninguna es lo suficientemente fuerte como para cambiar cosas tan radicales.

—No tengo ningún plan, eso solo fue una fortuna. Ahora Rashta tiene una buena vida sirviendo a la emperatriz —contesté inocentemente y el solo sonrió de una forma seductora y bebió de su copa de vino.

Este hombre es demasiado.

Este hombre es demasiado

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