Conocerse

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Ella nutrió su pensamiento por medio de libros y conversaciones que tuvo con los otros tripulantes y miembros del servicio del crucero casa. 

Muchos la aceptaron por su elocuencia y buen parecer. Y con ellos bailó unas pistas y corrió unos maratones alrededor de toda la quilla, de babor a estribor y de la seca a la meca. 

El problema surgió cuando se dio cuenta de que ninguno de ellos la había agregado a facetok. Veía cómo los camarotes estaban todos siempre encedidos hasta altas horas de la noche. 

Una mañana le preguntó a uno de sus amigos que por qué no la agregaba si ya habían hecho de todo juntos. 

Hassan respondió:

— No, amiga, esas son palabras mayores. Agregar alguien en facetok es como agregar a alguien a tu cuarto. Nadie hace eso a menos que quieras o ya sabes o ya sabes. 

Alicia no entendió ni pío. 

— ¿Cómo así? Explícame, amigo. Necesito ganarme más tu confianza, ¿es eso?

— No, mija. La confianza no, las ganas. Tú tienes que demostrarme que tienes algo que me interese. No solo pura fe y buenas acciones. 

— ¿De qué estás hablando, Hassan? ¿Acaso no te interesa nuestra amistad?

— ¡Pfft! — Relinchó Hassan. — La amistad la consigues hasta yendo al baño, eso no se vende. ¿Qué podría interesarme de la amistad?

— Que tampoco se puede comprar. — Dijo Alicia refunfuñante y se marchó espirando con enojo por la nariz. 

Esa noche ella solo se puso los audífonos y sonrío.

Necesito un gato —, dijo.

Se volteó a un lado de la cama y vio el póster de una película colocado en la pared. Sonrío. 

— Lo llamaré Cheshire. 


El mundo de las mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora