Capítulo 3

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— ¿Me veo bien? —le pregunto a Liam dando una vuelta sobre mi eje. 

Él me mira de arriba a abajo y viceversa. Después me mira fijamente a los ojos, lanzándome un beso a la par.

— Si no fueras mi mejor amigo te comería entero —su voz se torna ronca pero en cuanto estalla a carcajadas caigo en la cuenta que era una broma.

— Te veías sexy haciendo eso —le devuelvo y él me hace un mueca graciosa, quedando totalmente desfigurado.

— ¿Ahora me veo hermoso? —pregunta aún en la misma posición.

— Totalmente —bromeo y me vuelvo a girar hacia el espejo de cuerpo entero. Me había puesto una camiseta blanca y unos pantalones negros muy ajustados a mis piernas con mis fieles botas marrón oscuro. Siempre iba así a cualquier sitio, sólo me cambiaba el color de la camiseta y a veces de los pantalones.

Cojo mi chaqueta de cuero negra y la apoyo en mi hombro.

— ¿Vamos? —le pregunto y él asiente mientras se pasa la mano por el pelo, peinándose por última vez. Él llevaba unos jeans y una camiseta de tirantes que dejaban ver su pecho depende de que cuál era su movimiento. Se veía muy bien.

— Sí ¿En tu coche o en el mío?

— Contando que no tengo coche, creo que sería más apropiado ir con el tuyo —le respondo irónico y él me da una pequeña colleja mientras salimos de la calle.

Instantáneamente mira hacia la casa de los Tomlinson y suspira aliviado al ver que no había nadie.

— Se me hará difícil que vivas aquí, justo  a su lado —se queja en voz baja pero yo lo oigo y le revuelvo el pelo para distraerlo— ¡Oye, que me había costado mucho hacerme ese peinado!

— Cállate castaña—me mofo de él y entramos al coche.

— ¿Castaña?

— Sí, eres igualito a una mujer y eres castaño, pues de ahora en adelante de llamaré castaña —declaro pero él me pega un manotazo en el brazo antes de arrancar el coche.

— No quiero que me llames castaña —espeta él haciendo berrinches propios de niños pequeños pero yo sólo lo ignoro y sigo mirando las casas de mi nuevo pueblo.

— Te seguiré llamando castaña aunque me lo impidas, no te esfuerces en cambiarlo.

— Mierda, no debí decir eso del peinado —gruñe él y yo le saco al lengua, aunque se que no me está viendo ya que tiene la vista fija en la carretera— ¿Que hora es? —pregunta interesado.

— Las nueve y media —le respondo mientras lo confirmaba con la hora del coche.

— ¿Has comido en el avión?

— Sí, mucha bollería que había por allí, no me apetece cenar —le respondo tocándome la barriga mientras hacia un puchero.

— Me encanta esa respuesta porque yo también he comido mucho, y por eso podemos ir directamente al club.

— ¡Bien! —grito como un chico emocionado en las navidades y él se ríe por dentro.

— Tranquilo ricitos, dentro de unos minutos ya estaremos allí —informa mientras dobla una calle a la izquierda.

— ¿Ricitos?

— Sí, ese será tú apodo, además no te quejes 'ricitos' mola más que 'castaña'.

— ¿Y Hazza? Antes me pusiste ese y me gustaba —me quejo mientras miraba la gente caminar por las calles.

Realmente era un pueblo tranquilo, a excepción de los Tomlinson y  bares supongo.

No te enamores de un Tomlinson (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora