Capítulo 26

204 36 6
                                    

No sé que hacer.

Estoy solo en sótano. Solo. Hace cuatro días que no salgo de aquí, las seis únicas veces que subí a la primera planta fue para ir al baño y traerme pan y embutido para comer cuando tocaba comer. O al menos esa era la intención.

Ni Liam, ni Iris habían pasado por aquí desde esa noche. Debían estar con Niall y Zayn. Me pregunto si olvidaban tan rápido a las personas o solo querían descansar con sus familias un par de días y yo era el que mal pensaba todo tan rápido.

Pero estar solo también me había dejado tiempo para pensar en lo que estaba haciendo. ¿Que mierda había hecho? Había dejado que Louis...¿ya no era virgen?

Llevaba cuatro días con dolores de cabeza, totalmente confundido. Por un lado, no había pasado noche tan maravillosa en mi vida. Pero por otro, me había fallado a mí mismo.

Desde que era pequeño me había dejado muy claro a mí mismo que la virginidad no sería algo que perdería en una noche como esa, sino que la entregaría. Louis me gustaba, mucho. Pero no quería entregársela, la había perdido.

Y lo peor de todo es que no tenía a nadie a quién explicarle todo esto. Estaba solo de nuevo.

El timbre vuelve a sonar y, como ya me es costumbre, dejo que mis entrecortadas respiraciones intenten disimular el vacío que inundaba la casa. Sabía que era un Tomlinson. Les di una copia de mis llaves a Iris y Liam hace unos cinco días.

Me levanto con la mente turbia y me posiciono delante del lienzo que llevo horas dibujando. Creo que nunca había tardado tanto en pintar algo, de hecho solo iba aún por la primera fase, el lápiz. Aún no había comenzado ni con las pinturas.

Pero nunca había dibujado un rostro tan angelical con el suyo, nunca había trazado unos pómulos tan marcados o unos ojos tan azules como aquellos. Aunque el resultado me satisfacía, a medida que iba terminando el dibujo me robaba más alientos, como el verdadero rostro de ese dibujo.

Tenía ganas de salir de casa tan solo unos minutos, para poder volver a verle y así poder recordar con exactitud esos labios finos. Solo tenía para copiarlos esa foto que le había sacado en el coche, esa tarde de lluvia, cuando me había llorado en el hombro después de decirme que su padre había muerto.

¿Realmente se comportaba así con todos sus juguetes? Yo lo sentía especial.

El timbre vuelve a sonar, interrumpiendo mis pensamientos y esta vez no puedo evitar llorar. Estaba cansado de todo eso, quería volver a mi casa, aunque me había auto convencido que ya no era mi hogar, y abrazar a mi madre muy fuerte, aunque también me había dicho que ya no la sentía como una. La necesitaba.

— ¡Harry! —escucho como alguien grita desde el piso de arriba y me estremezco al instante, ese no era Louis. Esa no era su fina voz.

Camino rápidamente hacia las escaleras y subo al primer piso. Oculto la trampilla bajo la alfombra y me miro al espejo que había allí.

Horrible.

Llevaba dos días sin peinarme ni ducharme, ¿que pensaba encontrarme?

Aún así abro la puerta, encontrándome a un rostro conocido. Jessy. ¿Pero que hacía llorando? Los Tomlinson no lloraban.

— ¿Jessy? ¿Que pasa? 

Sus ojos azules se fijan en los míos y llora con más intensidad, abrazándose a si misma con sus brazos.

 —  Es Louis. Hace unos días que...no puede dormir y se ha desmayado. Pero no se ha levantado y lo hemos tenido que llevar al hospital. Y se ve que no comía y...

No te enamores de un Tomlinson (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora