Capítulo 5

326 65 12
                                    

— Ha quedado muy bien —exclama Liam sorprendido mientras yo sonreía orgulloso.

Me acabo el bocadillo que hemos ido a comprar unas horas antes y miro con admiración nuestra obra ya acabada.

— Está perfecto, gracias castaña —le agradezco mientras sigo contemplando el sótano que ya tenía todas las paredes pintadas de negro y el suelo blanco, ya que le habíamos quitado todo el papel de diario que puse para no ensuciarlo.

— ¿Y aquí escribirás? —deja la pregunta en el aire, por que cuando me volteo a verlo ya se había ido escaleras arriba, habíamos echo esto sólo por eso. Obviamente escribiría aquí, por eso no se había molestado en escuchar la respuesta.

— También pintaré y no se...haré otras cosas. Será como nuestra sala principal —grito para que me oiga des de arriba sin duda no creo que lo haya escuchado.

— ¡Ahora vuelvo ricitos! —grita y yo ruedo los ojos cuando cierra la puerta con un portazo estruendoso. Que chico me había tocado como amigo...

Decido no quedarme con los brazos cruzados y comienzo a bajar mi material para escribir. Luego me voy a comprar mucho material para pintar también y me sorprendo y alegro al ver que la tienda de pintura sólo está a unas calles de mi vivienda.

Esto era el paraíso.

Cuando ya tengo un cuarto del gran sótano lleno de atriles, lienzos, pinceles, brochas y todo tipo de material que siempre había deseado utilizar. Al final era tanta cosa que necesité que me lo llevaran ellos en camioneta allí mismo. Además no tuve que pagar nada extra, ya me había gastado suficiente como para que quisieran más.

Miro otra vez el sótano y visualizo en mi mente un espacio donde hubiesen decenas de estanterías con mis libros, que tengo en una de las cajas que me llegarán del avión uno de estos días. Con unos sofás rojos cómodos al lado.

Al otro lado, en una esquina, un gran escritorio de madera con armarios por detrás donde pudiera escribir tranquila y cómodamente.

Esto se veía realmente bien.

Cojo mi móvil y tecleo un gran almacén de muebles.

— Sí?

— ¿Tenéis sofás rojos y cómodos con envío gratis para hoy mismo? —pregunto y sólo siento como se disculpan y me dicen que sólo podía ir allí para ver los modelos.

Como era normal, pero yo no soy normal. Así que insistiré.

Después de llamar a más de seis almacenes que memoricé el otro día de memoria y que todos me dijesen que no tenían de eso tiré la toalla y salí de casa para ir yo mismo a una tienda de muebles.

Liam puede esperar fuera de casa.

Por suerte a la primera tienda que entro encuentro dos sofás rojos exactamente como los había deseado perfectos para mi opinión.

— ¿Me los podríais llevar a casa? —pregunto y la chica rubia de ojos azules de detrás del mostrador me sonríe mientras asiente con la cabeza.

— Por ti haríamos todo muchacho —responde en un tono seductor y no puedo evitar hacer una mueca despreocupada.

— Soy gay —digo sin pensar, me sonrojo al máximo y la chica hace una mueca apenada, al parecer le gustaba hacer muchas muecas. Pero después su rostro palidece mirando un punto fijo detrás mío, al mismo tiempo siento una respiración en mi cuello y se al instante de quién se trata.

— Así que eres gay ¿eh? Eso me facilita las cosas.

La respiración se me acelera y temo por que el corazón no se me salga del pecho. Él había vuelto, y por fin, después de dos largos días, sabía que él iba en mi caza. Y eso me asustaba mucho. No quería ser otro de sus juguetes.

No te enamores de un Tomlinson (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora