3. Encuentro en el Jardín

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Hacía un día precioso, el cielo al estar libre de nubes se intensificó ese azul que tantas veces me dejaba maravillada. Corría una suave brisa, como si hubiera llegado la Primavera, pero aquello no podía ser así pues estábamos en pleno Invierno.
Ese momento tan relajante, con el perfume de las flores, el viento acariciando las hojas de los arbustos y árboles, el canto de los pájaros y los rayos de Sol calentando mi cuerpo, hizo que cerrara los ojos inconscientemente.

Olvidando por completo dónde me encontraba y con quiénes, fui sorprendida por un carraspeo.

-Buenos días, Mademoiselle LeBlanc. -Su voz grave me paralizó en el sitio y abrí mis ojos, al punto de ponerlos como si fueran los de un Búho a causa del miedo. -¿Por qué esa voz aterciopelada? Ay no, ya había metido la pata relajándome un segundo-.

Intentando controlar mis nervios y obviando el hecho de que estaba petrificada, le respondí de vuelta con un hilo de voz.

-Buenos días Marqués. -Me giré para quedar cara a cara con él, lo que no me esperaba era ver dos océanos mirándome tan intensamente.

Intuí al verle por primera vez, que sus ojos eran azules y sino, al menos eran claros, pero nunca fui capaz de ver el color como tal.

Me quedé embobada observándolos, realmente eran muy parecidos a ese azul que tanto me gustaba observar en el cielo, justo el mismo azul que se cernía sobre nosotros y sin nubes manchando el cielo.

Por un momento nos quedamos mirándonos el uno al otro, yo embobada por su mirada y él... Bueno, ya me hubiera gustado saber por qué, pero al no ser adivina, dudaba de siquiera dar en el clavo.

Al darme cuenta de que lo estuve mirando por un buen tiempo, nerviosa desvié mi mirada hacia mi cachorro. Scooby me miraba con esos ojazos marrones tan expresivos, sacando su lengüita a un lado haciéndolo ver tan adorable, que no pude evitar sonreír. Incapaz de evitar que el sentimiento de cariño se iba apoderando de mí, le di otro beso en su cabeza pequeña, logrando así un intento de aullido fallido que hizo que mi corazón se derritiera.

Oí de nuevo un carraspeo, y cuando alcé mi mirada, vi al Marqués, con el puño enguantado tapando su boca, mirando hacia la fuente y con su otro brazo, estirado hacia mi dirección.

-¿Me daría el honor de acompañarla a dar un paseo? -Estaba estupefacta por cómo se estaba desarrollando todo, tan solo pude asentir con la cabeza.

Dejé a Scooby en el suelo para que pudiera husmear por los jardines mientras me unía al Marqués, pasando mi brazo derecho por su brazo izquierdo, manteniéndonos juntos uno al lado del otro en un completo silencio incómodo.

Mientras paseábamos, me dediqué a observar los alrededores. Si ya de por sí me flipaban las vistas, estando allí lo estaba aún más, era como estar paseando por un lugar idílico.

No muy lejos de dónde estábamos, se encontraba mi adorable Scooby, sentado, mirando atentamente unas mariposas que volaban a su alrededor, sonreí con ternura al ver como una de ellas se posaba en el pequeño hocico de mi cachorro. De nuevo oí al Marqués de Lafayette hablar, haciendo que me centrará en él y no en Scooby.

-Mademoiselle LeBlanc¿Me permitiría hacerle una pregunta?

-Por supuesto. -Accedí de inmediato, sin siquiera pensar en lo que me iba a preguntar.

-Me comentó que usted estaba en su alojamiento, dedicada a su lectura, cuando de manera repentina, hizo acto de presencia, frente a mí. Le ruego me provea de una explicación más detallada sobre dicho acontecimiento, pues, por más que he intentado encontrarle una lógica, me veo incapaz de hallar un razonamiento coherente para semejante suceso.

A la Luz de las VelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora