En una buena mañana, donde el Sol brillaba con fuerza, us rayos entraban en el despacho del Marqués, en donde el sonido de mis pasos resonaba con fuerza en las paredes, una prueba más de la tensión e inquietud que llenaba mi ser.
—Por el amor de Dios, Jade, le ruego que deje de morderse las uñas. —La voz de Lafayette cortó el aire, firme pero con un toque de exasperación. Me percaté del peso de su mirada antes de que él continuara, seguramente, con el papeleo con el que estaba liado. —¿No se percata de que le sangran? Una dama de su posición, concretamente una Reina, debe velar por las apariencias en todo momento; y eso incluye el esmero en el cuidado de sus manos.
Su tono de voz era firme, como siempre, pero detrás de ese tono pude diferenciar un matiz de preocupación, algo que se estaba volviendo común en él, por muy sorprendete que pareciese. Le vi soltar un suspiro resignado, dirigiéndose hacia mí.
Con manos precisas, tomó una servilleta que había intacta junto a los documentos que hasta hacía un momento ocupaban su atención.
Antes de que pudiera protestar, se me acercó y con suavidad, retiró mi mano de mis labios. Su toque, delicado para alguien tan…eh, fuerte? Comenzó a limpiar las pequeñas heridas de mis uñas ensangrentadas. Sentí el calor subir por mi rostro al notar su tacto sobre mi.
En cierto modo era chistoso, pues yo estaba que me subía por las paredes en comparación con él que se estaba como la mar en calma a primera hora de la mañana… Y pensar que hacía poco que nos conocíamos, me martilleaba la cabeza de tan solo pensar en eso.
—Si sigue así, no tendrá nada que morder… —Murmuró por lo bajini, casi como si se lo hubiera dicho a sí mismo mientras seguía ensimismado con mis uñas .
El silencio que siguió después de esas palabras fue todavía más silencioso, si es que aquello era posible. Él seguía limpiando la sangre de mis dedos con una precisión y delicadeza impresionante.
¿Realmente él era un militar? ¿O acaso escondía su verdadero talento, la medicina? Porque ningún médico me trató tan bien como este hombretón.Me fijé en Lafayette, en sus facciones, nariz, labios y ojos. Esos ojos azulados ocultaban algo más que una simple preocupación hacia las uñas de una Reina falsa.
Me debatí entre apartarme de él o dejarle continuar en su nueva misión, después de todo, hacía tiempo que nadie mostraba una genuina preocupación por mí, incluso si se trataba solo de un acto de etiqueta.—No siempre es fácil recordar las normas y protocolos cuando parece que el mundo va a engullir en cualquier momento.— Murmuré para mí misma, olvidando que todavia seguia mirandole tan pavonamente.
Sus dedos se detuvieron un segundo sobre mi mano. Vi como alzaba su mirada y pese a que me quedé embobada mirándole antes, no le aparté los ojos de encima.
—Es precisamente en esos momentos críticos cuando debemos aferrarnos con mayor firmeza a nuestros principios y recordarlas con aún mayor determinación... —Replicó con tono suave contrarrestando su rostro serio.
Una parte de mí quería responderle, seguir argumentando que tal vez esas “normas” o “protocolos” de la corte eran unas payasadas sin importancia cuando todo estaba al borde del colapso. Por no decir que la mayoría eran ridículas, pero en fin, se trataba de Versalles, más no se podía hacer.
Antes de que pudiera decirle algo al respecto, la puerta del despacho se abrió de golpe y un hombre de cabellos negros como el carbón, recogido en una coleta baja apareció, con el rostro más blanco que el de una sabana.
—¡Gilbert! ¡La Reina… Está aquí! —exclamó el hombre con tono urgente que me hizo saltar en mi sitio.
La inquietud que sentí al principio, volvió como una patada en mi estómago y el Marqués, ante la repentina aparición de dicho hombre, se alejó de mí rápidamente, soltando mi mano de golpe endureciendo de nuevo su mirada azulada.
Su postura cambió enseguida, volviéndose hacia el recién llegado con una mezcla de sorporesa y malestar en su rostro.
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A la Luz de las Velas
FanfictionJade es una joven universitaria apasionada por la época de María Antonieta, la Reina de Francia durante la Revolución Francesa. Un día, mientras investigaba para su tesis, se va a los archivos de la biblioteca más antigua de París. Su cachorro, Scoo...