4. Entre Páginas y Sorpresas

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Menudo aburrimiento...

Literalmente podía uno morir a causa del aburrimiento, como yo en ese momento.

¿Cuántos días habían pasado desde aquél día en que casi me da un yuyu del miedo al imaginarme que me matarían cual bruja? ¿Semanas? Ya ni lo sabía, había perdido la noción del tiempo y me estaba fastidiando el ver siempre estas cuatro paredes, el mismo techo y las mismas vistas por la ventana.

Quería salir, dar una vuelta, tomar el aire, un poquito, no pedía gran cosa... -Pero como debéis de saber, el Señor "Aquí mando yo" no estaba de acuerdo con que yo pisara fuera de la habitación...-.

Lo de ese día, algo me decía que sus sospechas hacía mi persona fueron a peor. Bueno, eso lo estaba suponiendo pues no volví a ver al Marqués después de que nos despidiéramos aquella noche en mi habitación.

Lo único que había estado haciendo estos días fue leer el "Diario de Maria Antonieta" y algún que otro elegido por el propio Marqués y... Ay dios, eran libros de protocolo, de cómo debía una mujer comportarse en la sociedad y más chorradas de esas que nada más leer la primera línea ya daban ganas de dormir.

Deplorable...

Lo único que me hacía feliz era saber que había intenciones de quitarme a Scooby de mi lado. Eso sí, por alguna razón que no sabía, el marqués pidió tener a Scooby gran parte de la mañana con él. ¿Para qué? No tenía ni pajolera idea. Aunque me suponía que fue a causa de su adorable presencia. -En serio, mi cachorrito era lo más bonito, cuqui, adorable y "cuchi cuchi cu" del mundo mundial-.

Pues nada, yacía sola, tumbada como bien podía por culpa de aquél enorme vestido color rosa palo, con ese maldito Diario. Era leer esto y ver si había algo que me condujera a alguna pista de cómo regresar a casa, perder la cabeza al leer esos libros que me dio la Señora Avenel o morir de aburrimiento. Ante estas tres opciones, elegí el Diario, así que comencé mi lectura:

2 de noviembre de 1768

Hoy ha sido un día especial, mi querido hermano mayor, Fernando, me ha regalado este hermoso diario para mi decimotercer cumpleaños. Es un obsequio encantador que ha llenado mi corazón de alegría. No pude evitar sostenerlo con emoción mientras me prometo que lo cuidaré como mi mayor tesoro.

Apenas sé cómo comenzar a escribir en estas páginas en blanco. Me siento afortunada de haber nacido en una familia que me ama y me cuida.

Mi vida en palacio es una sucesión de diversión y de momentos felices jugando con mis hermanos.

Hay días que no puedo parar de preguntarme sobre el futuro que me depara el destino. Tengo la esperanza de que sea uno en el que me brinde muchas aventuras y oportunidades para crecer.

Por ahora, este diario será mi confidente más cercano, en dónde confiaré mis sentimientos y secretos escritos en sus páginas.

-Eeeh... Vale ¿De qué me iba a servir leer esto? ¿Realmente había sido tan estúpida al creer que este diario me iba a dar alguna pista de como volver a casa? No, si al final ya me podía ir dando el lujo de quedarme aquí y convertirme en esas tontas e idiotas mujeres que lo único que les interesaba era cotillear, criticar y humillar a los demás... ¿Iba a ser ese mi destino? ¿En serio?-.

Resignada, volví a mi lectura:

2 de mayo de 1770

Amado diario, hoy ha sido un día que recordaré para siempre. Mi madre, La Emperatriz María Teresa, me citó a su despacho, apenas sabía qué esperar, pues no tenía idea de porqué me llamó con tanta urgencia.

A la Luz de las VelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora