CAPÍTULO - 01

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Kaira.
Washington, USA.
Siete años después.

Caminé al lado de la gran y enorme fila que había en la entrada de Nightroom, uno de los clubes más exclusivos de la ciudad. El guardaespaldas al verme me sonrió y me dejó pasar, las quejas de los demás en espera no tardó en llegar pero lo omití y seguí mi camino. La cantidad de personas hoy aquí era simplemente increíble. El club siempre estaba lleno, pero hoy había más personas que de costumbre.

Traté de no distraerme y caminé hasta el otro extremo del lugar hasta llegar a unas escaleras ligeramente escondidas detrás de un muro, subí y caminé por un pasillo hasta llegar a una puerta que tenía un "SOLO PERSONAL AUTORIZADO" en letras rojas y muy grandes. Abrí encontrándome con otro pasillo aún más largo, acompañado de un guardaespaldas que protegía una puerta detrás de él, al verme comenzó a caminar hacia mi, tocando el arma que estaba en su cintura.

— Lo siento, solo personal autorizado. Devuélvete por donde llegaste.

— Soy personal autorizado, muévete de mi camino. —Sonreí.

— Solo person...

— Muévete, ahora.

Levantó un brazo acercándolo a mi y en un movimiento rápido antes de que pudiera tocarme, tomé el arma de su cintura y apunté a su estómago, acercando mi rostro al suyo. No se inmutó ni se movió.

— Los guardaespaldas de antes eran más rápidos y rudos, con solo verlos daban miedo. A ti sin embargo se te nota el miedo en la mirada.

Disparé a su pie derecho y tiré el arma hacia el piso continuando mi camino. Abrí la puerta y tomé asiento en uno de los muebles que adornaban el lugar. Era la oficina de Connor, para ser hombre he de admitir que tenía buen gusto, las paredes eran blanco, y la pared donde estaba su escritorio era negra, cuadros de anime por todos lados y una chimenea también, se me olvidaba mencionar.

— Sigo pensando que deberías deshacerte de esa chimenea, es anticuado. —mencioné sonriendo, concentrando mi mirada en el.

Connor estaba sentado en su escritorio, revisando unos papeles, cuando llegué ni siquiera me miró, tal vez porque ya sabía que venía. Tiene muchas computadoras en el escritorio y dos de esas creo que son de las cámaras de seguridad.

— Creo que tendré que contratar a otro guardaespaldas por tu culpa.

— Creo que te hice un favor, si creías que ese iba a protegerte déjame decirte, buen amigo, que ya estabas muerto y no lo sabías.

Levantó su vista hacia mi y sonrió. Tiene veinticuatro años, tez blanca y ojos café, barba en forma de candado y cabello siempre peinado hacia atrás de manera perfecta, pero esta vez usa una gorra negra. También está usando ropa deportiva por lo que deduzco que llego no hace mucho.

— No se imaginaba que una mujer con tu estatura pudiera derribarlo, mide dos metros, Kaira. No estaba alerta.

— 5'5 es muy alto depende el punto de vista en que lo veas.

— Para la próxima di tu nombre y ya, empezó a trabajar hoy.

— Deja de llorar, conseguirás uno rápido. Lo sabes.

VENDETTA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora