CAPÍTULO - 02

11 3 0
                                    

Kaira.

Cuando la dejé daba la impresión de que solo estaba dormida, se veía serena y parecía como que no había dormido en años. Me aferré a esa idea para tratar de ocultar lo que realmente pasaba, estaba en coma.

William tuvo que fingir su muerte para que los Denaro no siguieran persiguiéndola. Les hizo creer que después de trasladarla para otro lugar luego de su intento de captura, murió. Solicitó permiso a la FLS, estos los apoyaron y en pocas palabras, mi hermana estaba muerta, los únicos que sabíamos éramos William, uno que otro agente de la FLS, y yo. Me explicó que ni siquiera los médicos sabían a quién trataban, su único trabajo era monitorear su estado y atenderla.

— Te dejo a solas. —mencionó William, tocando mi hombro en señal de apoyo. Para luego salir por las puertas de cristal junto con sus guardaespaldas.

Cuando quedé sola miré la habitación, esbozando una sonrisa mientras el pecho se me comprimía al ver unos cuadros familiares colgados al lado de su cama, fotos que tomamos años atrás, parecía un retrato de la típica familia americana feliz, parecía hasta irreal de la felicidad que emanabamos.

Hillary Wallace era mayor que yo por cuatro años, cuando sucedió todo apenas estaba cumpliendo sus diecisiete. Yo era bastante callada, introvertida y tímida, todo lo opuesto a lo que soy ahora. Antes me sonrojaba cuando más de tres personas no conocidas me miraban por mucho tiempo, ahora disfruto cada mirada que se posa en mi.

Ella era todo lo contrario a mi, era alegre, chistosa, tenía una vibra única. Con solo sonreírte y decirte dos palabras podía hacerte reír, siempre era la que tenía los peores planes y la que me dio alcohol escondida de mis padres por primera vez. Disfrutaba tener pretendientes, ir de fiesta, tenía muchos amigos, inclusive novio.

Sus notas en la academia eran sobresalientes, a pesar de ser tan movida y rebelde, siempre fue la mejor en todo lo que se proponía, de hecho los profesores la recomendaron y gracias a eso, comenzó a ir a misiones desde los dieciséis, cosa que casi no es vista en la asociación. Ni siquiera le dio tiempo de pasar a ser nivel tres.

Gracias an ella tuve las mejores calificaciones. Cuando a mis compañeros les estaban enseñando a armar y desarmar armas, yo ya sabía hacerlo con las de alto calibre. Siempre fue abierta conmigo, ella y Belissa eran mis mejores amigas.

— Necesito que despiertes.

Toqué su mano reparándola, tenía los labios partidos y estaba pálida, con un poco menos peso que antes. Le dan comida a través de una sonda en su estómago, creo que si despertara y viera cómo está, tiraría un grito del cielo a la tierra. Sería muy poco anti-moda.

Siento como mis ojos se cristalizan al recordarla pero me trago la lágrima que lucha por salir, no he llorado en años y hoy no será el día.

Antes no había ninguna anomalía, es primera vez que da señal positiva a los estímulos, es cuestión de semanas para que vuelva a ser la de antes. Espero que despierte bien, con todos sus recuerdos.

— Soy yo, Kaira. ¿Recuerdas cuando me pusiste azabache? Estabas envidiosa de mi cabello por tener un tono natural, y tú tenías un castaño claro. Decías que mi cabello llamaba más la atención porque es el que muchas chicas compran en los salones de belleza.

Me quedé unos minutos más, hasta que decidí pararme dándole un beso en la frente acompañando de un <<despierta>>.

Cuando las puertas de cristal abrieron un pitido de una de las máquinas sonó, dejándome helada por unos microsegundos, cuando volteé la vi abrir los ojos por unos segundos y corrí hacia ella con la piel erizada y el corazón a mil por hora. La felicidad duró poco, cuando me acerqué no me dio tiempo de inmutar palabra o moverme, solo volvió a cerrar los ojos.

VENDETTA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora