CAPÍTULO - 06

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Matthew.

Es una maldita. En todo el sentido de la palabra.

Juega conmigo como si yo fuera nadie, contoneándose y moviendo esas caderas cada que da un paso. El sentimiento por ella es una fina línea entre el odio y el deseo, no sabría decir cuál de los dos es peor.

Sabe lo que es, lo que vale y lo que tiene. Lo usa a su favor volviéndome la cabeza una bomba sin mencionar lo otro que está por estallarme pronto.

Después de salir de casa de Kaira, llegue a Diamond, la mansión de mis padres. Está situado en un condominio repleto de más mansiones de familias importantes. Arquitectos, médicos, y un sinfín de profesiones importantes.

Ninguna se iguala con la nuestra. Gracias a la unión de mis padres el patrimonio de la familia sobrepasa a cada persona que vive aquí.

Al entrar lo primero que capté fue el ladrido de Travis en la inmensa sala, jugueteando con otro perro.

— ¡Travis!

Lo llamé y enseguida mi mejor amigo con pelaje corrió hacia mi, alzando sus patas en mi pecho. Lo acaricié con una sonrisa en el rostro, no dejaba de ladrar en señal de saludo. Lo dejé aquí ayer, ya que el veterinario vino a chequear a los tres perros de la mansión, aproveché ya que Travis necesitaba un chequeo y quise quitarme un pendiente de encima.

— ¿Quién es el mejor?

Contestó con un ladrido haciéndome reír. Lo tengo desde que tengo trece. Fue un regalo de mi progenitor, a lo largo de los años he estado rodeado de los lujos, muchos regalos entre ellos viviendas, carros, prendas pero sin duda el mejor ha sido mi rottweiler. Daría la vida por el, y aunque el no hablara estaba seguro de que haría lo mismo por mi.

— ¡El perro destruyó mi bolso Prada!

Bajé a Travis y rodé los ojos al ver a Mía. Yo había salido con los genes de Jadiya. Cabello negro y nariz fina, los ojos fueron una mezcla de colores entre ella y mi padre. Mía por su parte, era el vivo retrato de Joseph. Castaña, cejas gruesas y ojos verdes oscuro.

— Te compraré otro.

Se acercó a mi con las cejas hacia abajo, haciendo esa cara de odio y mirándome como si yo hubiese destruido el maldito bolso.

Ridícula.

— ¡Era edición limitada y solo había de ellos en París!

Tiene dieciocho años, no quiso ser parte de la asociación y se fue por el lado que según ella, era el sentido de su vida, la moda. Todo lo que tenga que ver con vestimenta, colores, accesorios y en fin, muchas cosas que solo las mujeres entienden, ella es sin duda la número uno.

Echó un grito que casi me rompe el tímpano, acomodándose el pijama de dos piezas y perdiéndose por las escaleras. Me di la vuelta con intención de irme pero Joseph apareció, entrando por la puerta del jardín con unos papeles en sus manos.

— Que bueno que viniste, necesito de tu ayuda con algo. —se quitó los lentes, mirándome de arriba hacia abajo y encaminándose a su despacho. Su cabello castaño estaba adornado por hilos blancos que ya dejaban al aire su edad.

Era un poco más bajo que yo, pero no por mucho. Todos los vejetes que son parte de la Asocición aparentan una edad que no tienen, gracias al constante entrenamiento y buena vida.

VENDETTA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora