Dos figuras se escabullen en el interior del Dragonpit y resguardadas por la penumbra se dejan llevar por la pasión y el anhelo de volver a sentirse piel con piel, después de varias lunas separados. Aunque habían salido de la fortaleza roja para apoyar con la búsqueda de los príncipes Lucerys y Aemond, dado que su familia se encontraba sumergida en la agonía por no saber su paradero, no pudieron resistirse al impulso de tenerse entre sus brazos y disfrutar de esa relación prohibida que sostenían desde hacía algunos años.
Para ellos la desaparición de los príncipes no era algo de alarma, eran jóvenes y estaban comprometidos y para nadie era secreto que en la extraña relación de los futuros reyes, había algo más que resquicios de viejos rencores, había algo que se negaban a aceptar pero que cuando la fuerza de ese sentimiento los sobrepasaba, daban grandes muestras de la pasión y deseo que gozarían en su matrimonio.
En uno de los rincones más oscuros de aquel cavernoso lugar, se despojaron de la ropa y pronto el silencio momentáneo del recinto se rompió con el ululato y gruñidos de los dragones pertenecientes a los jinetes que gemían, jadeaban y gruñían en su intercambio.
Aunque su amor era real, su relación era imposible en todos sentidos ya que ambos no sólo compartían la misma casta, sinó también, se debían a las familias que se vieron forzados a formar; es por eso que sólo les quedaba disfrutar de los pequeños momentos como ese en los que con cada mirada, cada caricia y beso, se expresaban lo importante que eran para él otro ya que el tenerse los había hecho valientes.
Al mayor de los dos, sus amantes le dieron la fortaleza para renunciar a ser parte de una guerra, que sería la aniquilación de su familia; en su lugar, buscó servir de una manera distinta a su pueblo, ofreciéndose a formar parte del consejo privado de los futuros reyes.
Su pareja, tuvo que asumir el título que hubiese sido de Lucerys, como futuro señor de las mareas ya que si los dioses hubiesen escuchado sus oraciones y él también se hubiese presentado como omega, quizás el matrimonio con el alfa al que amaba y que lo aprisionaba con sus piernas en ese momento, sería quizás el que se hubiera llevado a cabo como prueba del pacto entre ambas familias y quizás serían ellos quienes gobernarían Poniente.
— Creo que deberíamos regresar… — comentó Jacaerys una vez recuperó el aliento.
— Déjame disfrutarte un poco más, me he estado volviendo loco estos días, tenerte cerca y no poder tocarte es un verdadero castigo — susurró el platinado, atrayéndolo más a él para poder enterrar su nariz en el cuello de Jace e inhalar su aroma fuerte y varonil.
— Lo sé, pero recuerda que debemos ser cuidadosos, nuestra familia aún camina por hielo delgado, un paso en falso y podríamos regresar a las viejas disputas, recuerda que no es bien visto que dos alfas se atraigan y … — comentaba el castaño, pero Aegon lo interrumpió.
— ¡Esto es algo que va más allá de nuestras castas Jacaerys y lo sabes!, este amor nació mucho antes de que te presentaras como un alfa…— dijo, mientras se apartaba molesto para acomodar su ropa.
Jacaerys se acercó a él a sus espaldas y posó sus grandes manos sobre los pálidos hombros de Aegon y con delicadeza comenzó a descender por ellos en una caricia casi imperceptible que hizo erizar la piel del alfa platinado, haciéndolo removerse en su lugar. El castaño, acercó sus labios al cuello del mayor y comenzó a dejar en él, besos húmedos y sugerentes, sabía muy bien lo que tenía que hacer para regresar el buen humor a su precioso alfa, quien no tardó en ceder.
— Odio cuando haces alusión a que nuestro amor no es correcto… — susurró, cerrando sus ojos, dejándose envolver por las feromonas de Jace.
— Issa jorraelagon, sabes a lo que me refiero — dijo el moreno, mientras una de sus manos descendía por su pecho hasta introducirse en sus pantalones y comenzar a masajear el miembro del mayor.
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A VOW OF HATE | LUCEMOND
FanfictionAmbos creyeron que su matrimonio y futuro reinado, estaba destinado a la desgracia, ya que en sus corazones no había más que miedo, odio y rencor. Lucerys Velaryon, el omega más hermoso de todo poniente, se ve forzado a contraer matrimonio con Aemon...