Capítulo VII: Matrimonio

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Los días que restaban a la semana de cortejo transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos, pocas habían sido las vistas de la pareja reunida, ya sea para ultimar los detalles de la ceremonia o para recibir a sus invitados.

La tensión en el castillo era palpable, no sólo por lo ocurrido en el salón del consejo de lo cual se prohibió hacer cualquier tipo de comentario, sino también por lo que acontecería en la ceremonia de encamamiento. Aunque todavía no se había revelado quiénes serían los testigos, los hermanos del príncipe Lucerys se mostraron ofendidos al enterarse de la orden real y no dudaron en protestar.

- Lucerys no puede verse expuesto de esa forma madre, ¡Es el futuro rey de los siete reinos, no un cortesano de la calle de la seda! - dijo Jacaerys furioso. Joffrey se hundió en su asiento ante las palabras de su hermano, la furia que sentía lo habia llevado a casi rozar su voz de mando y el menor de los Velaryon tendía a ceder a sus instintos con facilidad.

- Los testigos serán dos personas de confianza, hijo. De sus bocas no podrá salir nada de lo que se vea en la ceremonia... se les obliga a ello mediante un juramento y si este es violado, la paga del castigo es la muerte - respondió Rhaenyra, jugueteando avergonzada con sus anillos.

- A menos que sean dos hermanas silenciosas me puedo fiar de ello, ¡madre no permitas esto!, si Lucerys no es respetado como un príncipe, no debe casarse con Aemond. Si lo que temes es que se desate una nueva guerra por el trono de hierro puedo asegurarte que eso no sucederá y si me equivoco, tienes de tu lado a la flota Velaryon, tu sólo deberás dar la orden y verás como la bahía de Blackwater se colma de navíos, dispuestos a defenderte a ti o a Lucerys - espetó el alfa.

- ¡Es una orden del rey Jacaerys! - dijo Baela desde su asiento.

- ¡Sí, se que es una orden del rey para dar por legítima su unión pero, eso no le da el derecho de humillar a Lucerys y a Aemond de esa forma!.- respondió en dirección a su esposa. Avanzó hacia su madre y la tomó de las manos, por primera vez desde que se habían reunido esa mañana, la princesa posaba sus ojos en su hijo mayor, quien la miraba fijamente.

- ¡Puede que esté hablando palabras de traición, pero no permitiré que Lucerys pase por esta humillación, mi hermano no se merece algo así, si nadie es capaz de pronunciarse en contra de esto yo sí lo haré! - añadió y tras eso se puso en pie y avanzó hacia la puerta.

- ¡Jacaerys Velaryon! - lo llamó su madre, haciéndolo detenerse en su caminar. Él príncipe se giró hacia ella, sus miradas se enfrentaron por un momento, a pesar de ser un alfa, su madre era uno de sus puntos más vulnerables y no gustaba de desafiarla.

- No compliques más las cosas hijo - dijo la princesa desde su lugar.

- Confía tú en mi, madre - dijo el futuro señor de High tide y se marchó. Rhaenyra buscó la mirada de Daemon quien le indicó que era la hora de anunciarle a Lucerys sobre quienes serían los testigos de su noche de bodas, la princesa se incorporó de su asiento con dificultad, temerosa de la posible reacción de su hijo.

Jacaerys recorrió los pasillos como si fuera una tormenta, sus pasos firmes resonaban con fuerza hasta que poco a poco la fueron perdiendo a medida se acercaba a la salida del castillo, algunos de los sirvientes le dedicaron reverencias y saludos en su caminata, los cuales él correspondió medianamente ya que sus preocupaciones le instaban a llegar al patio cuanto antes.

Cuando lo hizo, la luz del sol lo golpeó de lleno en la cara, por lo que posó su mano sobre ella y agudizó su vista para buscar a su objetivo. En uno de los círculos formado por los nobles que habían asistido a la boda de su hermano se encontraba Aemond luchando cuerpo a cuerpo con Daeron, ambos alfas se movían de forma similar al haber sido entrenados por Criston Cole.

A VOW OF HATE | LUCEMOND Donde viven las historias. Descúbrelo ahora