Capítulo 2 - Mírame, por favor

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La isla que había frente a ellos prometía nuevas aventuras y manjares a simple vista, era como un lugar paradisiaco; palmeras llenas de cocos en la playa, arena fina, agua cristalina y en el centro una densa selva de la cual era imposible saber que secretos ocultaba. Era digna de los Mugiwara.

Echaron el ancla sin preocuparse de que alguien reconociese la bandera pirata con calavera y sombrero de paja que tan bien conocía todo el mundo, no había nadie de Nuevo Mundo que no conociese las proezas y locuras que la tripulación de Monkey D. Luffy hubiese hecho. Ya se había enfrentado a dos Yonkou y los habían vencido en Wano, Luffy se había convertido por tal hazaña en un Yonkou por derrotarlos, aunque eso era algo que realmente le daba igual, pues aspiraba a ser el Rey de los Piratas.

Todos bajaron del barco y el capitán de goma se adentró sin esperar a nadie para ver que podría descubrir de esa isla.

- ¡Sanjiii, si encuentro una serpiente quiero que me la cocines! – gritó antes de adentrarse en la espesura de la selva.

- Nunca se cansa de pedírmelo... - suspiró desde la orilla de la playa mientras se encendía un cigarrillo.

- ¿C-Crees que en esta isla habrá serpientes? – preguntó Usopp tragando saliva con esfuerzo.

- El clima es el idóneo, podría haberlas perfectamente. – comentó Robin – Seguramente serán enormes, capaces de engullir a un hombre adulto de un simple bocado.

- Bueno... ya sabemos quién va a vigilar el barco. – Se ofreció voluntario de repente.

- Vamos, narizotas. Nadie se va a llevar el barco en una isla desierta. – Se burló Zoro tras bostezar, acababa de despertar de su siesta.

- Por una vez estoy de acuerdo con el marimo, - exhaló el humo mientras apuntaba con su cigarro al tirador – si quieres ser un valiente guerrero de mar no puede darte miedo una serpientecita de nada.

- No es eso, es que padezco la enfermedad de "isla sospechosa que me hace dar retortijones en el estómago". – se encogió sobre sí mismo.

- ¡No conozco esa enfermedad! ¿Estás bien, Usopp? – se alarmó Chopper.

- Yo también me quedo, paso de encontrarme bichos o cualquier cosa que repte por el suelo, – dijo Nami – así que ve a por mi hamaca.

- ¿Por qué tengo que ir yo? – se quejó Usopp.

- No voy a molestarme en explicarlo, ve. – resolvió ella mientras se ponía bajo la palmera y cubrirse con su sombra - ¿Tu que harás, Robin?

- Voy a explorar esta isla mientras Sanji recoge algo de fruta, volveré a la noche.

- Ah, está bien. Ten cuidado.

- Te acompaño, Robin-san. – se ofreció Brook y ella aceptó.

- Oye, marimo. Vamos.

- ¿Eh? ¿Por qué diablos tengo que ir contigo?

- ¿Quién querría ir contigo, cabeza de musgo? Es para que muevas el culo y consigas algo de carne para cenar.

- ¿Y por qué diablos tengo que hacerlo yo?

- Sino cazas no cenas, así de simple. Orden del cocinero.

- Eres insoportable, Rizado...

- ¿Cómo me has llamado, musgo con patas?

Comenzó una de sus habituales peleas verbales mientras dejaban la playa y se metían en la frondosidad de la selva, ninguno del barco parecía haberse dado cuenta de que la cantidad de peleas físicas había disminuido considerablemente y si alguno lo había hecho lo habría achacado a que Zoro acabó gravemente herido cuando luchó contra King, al igual que Luffy contra Kaido. Estuvieron días inconscientes y aunque el capitán se había recuperado completamente, la droga que le inyectaron a Zoro para poder continuar la batalla aun le había dejado secuelas de las cuales aún estaba saliendo, puede que el único que fuese consciente de aquello fuese Chopper y empezaba a sospechar que Sanji también lo sabía por haber reducido los enfrentamientos.

El cocinero que lo tenía todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora