Usa y Canadá

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- Vamos, hermano, sé qué quieres verlo tanto como yo -insistió el canadiense.

- Lo siento, pero tengo que atender estos asuntos primero -contesta el estadounidense, con aparente atención hacia unas hojas.

El canadiense suspira, aunque ha sido muy paciente hasta ahora, se encuentra cansado de insistir. Usualmente, no sería de esta forma. Usa siempre accedía a visitar a Perú (antes del accidente). Sospecha que se trata de algo más. ¿Tal vez necesita insistir un poquito más?

- ¿Qué asuntos? Tal vez te pueda ayudar

- Gracias pero puedo hacerlo solo, son cosas de mi gobierno

- ¿Nada fuera de lo común?...

- Sí, nada importante

El canadiense sonríe.

- Entonces lo terminarás rápido o podrás dejarlo para luego -antes de que su hermano abra la boca, interrumpe cualquier respuesta negativa- Reservé una visita para mañana a las 3 de la tarde. Puse nuestros nombres así que ya estamos fichados. No me dejarás ir solo y pasar vergüenza cuando me pregunten por ti, ¿verdad? -Usa cierra su boca y lo piensa, pero termina negando con la cabeza- ¡Perfecto! Paso por ti y vamos juntos. Ya sabes cómo es la ONU, no podemos llegar ni un minuto tarde

Es lo último que dice antes de irse de la habitación, dejando a su hermano solo. Usa se rasca la cabeza con frustración. No puede creer que acaba de caer en la pequeña trampa de Canadá. Podrá tener una cara de ángel pero es todo un demonio, piensa. No le queda más que suspirar y dejar de fingir que los papeles que tiene en la mano dicen algo importante o si quiera son interesantes.

Se levanta de la silla y rodea su escritorio. Camina por el centro de la habitación, que es su oficina pero parece más un cuarto de estudio, un diseño que le gusta mucho. Tan centrado en sus pensamientos que no se da cuenta que sus pasos no se detienen. Solo camina y camina en círculos.

No quiere ver a Perú. Sí quiere, pero no puede. Tiene que encargarse de otras cosas. No tiene nada importante que hacer. Canadá puede ir solo, que se las arregle. Pero le importa y no quiere dejarlo solo. Se siente obligado a ir. ¿Obligado? No es como si tuviera una relación fuerte con Perú. Son amigos...

Sus pasos se detienen, mas su cabeza se mantiene cabizbaja. El problema no es si tiene algo más que hacer o si quiere ir. No tiene escusa, él lo sabe. Sí quiere ir, lo desea, pero tiene miedo

- Perú... ¿Me recuerdas? -divaga mientras se dirige a la gran ventana- ¿Qué tanto has olvidado?...

Su mirada queda fija en el exterior por un buen rato. Y cuando cierra los ojos, se pierde en el recuerdo... Sabiendo que lo que alguna vez fue ya no será. Aunque una parte de él quiere estar equivocado y mantener la esperanza.

- S-Soy Virreinato, mucho gusto...

Realmente no recuerda cómo era Perú cuando se conocieron porque su yo joven no se dignaba ni a verlo. En aquellos tiempos su mente era un lío, así que conocer a otras colonias era más un "lo que sea". No le importaba nada más que él. Y esa etapa duró un largo tiempo...

- No eres muy hablador, ¿no? -dijo el mismo joven que, como ya era recurrente, ocasionalmente le hablaba.

- ¿Qué haces aquí? -usó una voz más severa del que, ahora, le hubiera gustado.

- ¿Te sorprendí? Lo lamento, solo quería mirar la costa. Y aquí hay una vista hermosa de ella...

Y, por primera vez en semanas, sus ojos voltearon a ver al joven a su lado. Estando de pie, notaba la clara diferencia de altura, aún cuando ambos eran todavía jóvenes en desarrollo. Su vestimenta parecida a la suya, con camisa blanca plisada y pantalón marrón oscuro. La única diferencia, y por el cual este chico destacaba ante sus ojos, era esa cinta ancha alrededor de su cintura. Verlo le hacía acordar a los mismos arcoíris.

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⏰ Última actualización: May 15 ⏰

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