Tenía dos teorías.
El gobierno entrena perros de ataque, lobos, no perros.
El café me hizo tanto daño que ya estaba escuchando visiones.
Es que tampoco podía hacer más teorías. Me sentía más aturdido de lo usual. Mayormente no sé ni donde estoy parado, pero era peor, como si el mundo fuera diferente. Además, sentía que algo presionaba mis tobillos con fuerza al igual que mis muñecas. No podía moverme, estaba inmovilizado y por la cancelación de ruido exterior juraría que estaba dentro de alguna habitación. Quizá era el momento en el que callarían mi voz de prensa. Tal vez, indagué más de lo necesario en un caso que no debía. Algo obvio.
No abrí los ojos. Escuchaba los pasos de mis captores de un lado a otro dentro de la habitación.
—Tenemos que matarlo. —Esa era una voz femenina, apostaba mi riñón sano a que se trataba de la encargada de la cafetería. La mujer tenía cara de asesina. No juzgo, pero si vas a odiar a alguien al menos disimula.
—Ya hay mucha sangre derramada —Seguro el Max Steel habló en respuesta. No podía asociar más rostros con nombres, eran los únicos dos sospechosos que tenía.
El hombre que me capturó tenía un rostro guapo. No soy homosexual, pero no hace daño ver. Y yo lo vi bien. Es decir, con ojos claros cuya luz parpadeó en la luna ¿lo dije? Creo que lo dije. El sujeto era más fuerte que yo, como siete veces más, yo era un oficinista y él seguro era Sansón. Es decir, el tipo tenía músculos, dejémoslo ahí. Además de una buena cara, no hay que olvidar eso. Y el maldito caminaba con confianza, con el porte recto, seguro no tenía que hacer trabajo de oficina. No lo envidiaba, pero yo si tenía la espalda algo atrofiada.
Soy un hombre ya viejo ¿qué esperaban? Treinta y dos años no son mucho, pero sí eran algo.
—Sabemos que estás despierto —dijo la muchacha, pongámosle, Martha. Nombre ficticio.
Cuando abrí los ojos casi di un grito poco masculino. Había un puto lobo frente mi rostro. El animal de pelaje café tenía los ojos violetas y eso significaba peligro. Sus colmillos estaban expuestos y las orejas echadas para atrás mientras inclinaba su cabeza hasta llegar a la mía. Casi tocando el piso y ahí la razón por la que me encontraba más despistado que de costumbre.
Estaba de cabeza.
Me habían puesto en un círculo de circo que los acróbatas usaban para lanzar cuchillos. Al darme cuenta de solo ello el dolor de cabeza estaba por lastimarme. Ya veía venir todo eso. Por suerte no estaba desnudo y el bolsillo donde guardaba el flash estaba bien guardado en mi bolsillo. Ya nadie usaba esos mini aparatos así que dudaba que lo encontraran. Además, la muchacha adolescente seguro ni sabría qué hacer con el rectángulo.
Ventajas de ser viejo.
El lobo lanzó un ladrido recordándome que seguía estando amenazado. Era hora de mantener la calma. Tenía una maldición llamada: Cuando me pongo nervioso hago idioteces.
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El novio VOG del alfa (Virgen, Otaku, Gamer)
HumorObjetivo: Ser heterosexual Obstáculo: Un alfa de metro noventa. Suficiente tenía con ser catalogado como: Friki, gamer, Otaku, virgen y hasta chismoso, pero estoy seguro que después de esto, todos pensarán que soy furro. ¡Quiero mi vida tranquila...