¿Recuerdan que les dije que cuando estaba en una situación de mucha presión soltaba oraciones como si fuera vomito incoherente?. Estoy seguro que lo recuerdan.
Pues, cuando me desperté y vi a Franco, el licenciado, cargarme al sofá solo se me ocurrió decir una idiotez.
—Comiste croquetas de perro.
Posterior volví a perder la consciencia.
No era mi culpa, mala alimentación de niño, más mala alimentación de adolescente hicieron que tuviera una anemia interesante. No soportaba muchas cosas. Por eso mi trabajo ideal era en una oficina, sin demasiadas emociones y con la tranquilidad de una rutina. Solía desmayarme seguido .
Cuando alguien te diga que te comas las espinacas, debes comerte las espinacas.
Desperté cuando ya era de mañana. Estaba en el sofá, todavía acostado. Mi cuello crugió cuando me enderecé. Mala posición. Los sofás no estaban diseñados para dormir y mucho menos si ya tenías una edad avanzada como yo. No estaba tan viejo, pero tuve malas costumbres a lo largo de mi vida. Como no hacer ejercicio.
Frente a mí estaba Franco. Me observaba con su cara de póker como siempre. Apostaba que no sonrió en toda su vida y si lo hizo pobre del que tuvo que ver escenario más traumático. Detrás de él estaba Martha. Ella tenía el cabello largo atado en una coleta alga. Igual lucía como si odiara a todo el mundo. Su delgado cuello tenía algunos puntos que escondían un tatuaje y sus grandes ojos azules no dejaban de verme. Algo que no difería con su amigo.
El encapuchado estaba con un corte militar que marcaba mucho más su cabeza de huevo, con razón usaba capucha. Su piel era algo bronceada y su perfecta nariz lucía como si no hubiera peleado en toda su vida. Él era diferente porque quería lucir serio, pero sus ojos cada cuando se desviaban a la pared desde donde se escuchaba el maullido del gato de mi vecina. Era apenas un niño.
—No luce enfermo —indicó Martha al verme de cerca. Su rostro estaba a centímetros de mi nariz y juré haber escuchado a Franco soltar un gruñido bajito. El otro niño dio un bufido que no pasó tan desapercibido—. Podemos irnos.
—No.
Una buena porción de la mañana se la pasaron discutiendo. Los dos niños querían que Franco se fuera con ellos a donde fuera. Entre las oraciones más repetidas estaba el de “Cielo lo está buscando” y otra cosa con que lo necesitaba. Tal vez él la abandonó y se escondió en forma de lobo para no hacerse cargo del sentimentalismo de un corazón roto. Ella quizá estaba sufriendo tanto por eso que llamó a Martha y Miguel (nombre inventado por mí) para que vinieran a buscarlo y así arreglar su situación amorosa.
Debía dejar de ver novelas mexicanas.
En algún punto yo les ofrecí leche con cereal y lo comieron a gusto mientras seguía discutiendo. Soy un buen anfitrión, aunque con cuatro personas dentro mi casa se hacía mucho más pequeña. No iría a trabajar así que me senté en el suelo en el círculo de discusión que ellos habían armado. Franco estaba a mi costado y Miguel en el otro. Martha estaba frente a nosotros.
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El novio VOG del alfa (Virgen, Otaku, Gamer)
HumorObjetivo: Ser heterosexual Obstáculo: Un alfa de metro noventa. Suficiente tenía con ser catalogado como: Friki, gamer, Otaku, virgen y hasta chismoso, pero estoy seguro que después de esto, todos pensarán que soy furro. ¡Quiero mi vida tranquila...