- ¿Y ahora? ¿Qué hago contigo?
El pequeño Yuuji estaba en un embrollo.
Como todas las mañanas salió a pasear con el pequeño Satoru, para alejarse lo más que pudiera de ese club de mala muerte en el que vivían, sin imaginarse lo que encontrarían al volver.
Yuuji nació y creció en ese lugar, un prost1bul0 de omegas llamado "La mansión Rosa". Su madre había quedado embarazada, al parecer, para chantajear al padre. Sin embargo el alfa la rechazaría, por lo que tuvo que quedarse con el bebé. Ella no tenía el mínimo amor para con su hijo, y si no fuese por el cuidado de otras omegas que se encariñaron con el cachorro, quizá Yuuji no hubiera sobrevivido los primeros años de vida.
Cuando el pequeño estaba por cumplir los 6 años, otra Omega de "la mansión" quedó embarazada. Ésta, sin embargo, sí amaba a su cachorro, quién era un pequeño de cabellos blancos y ojos azules como el claro cielo, pero para su pesar, ese tipo de trabajo no la dejaba tener mucho tiempo con su bebé. Yuuji apreciaba mucho a esa Omega, por lo que se ofreció a cuidarlo mientras ella 'trabajaba'.
A pesar de su corta edad, Yuuji entendía qué tipo de "labores" realizaban los omegas, así que se encargaba de que él y el bebé estuviesen el mayor tiempo posible lejos de ese lugar. Lo llevaba a los parques a recrearse o simplemente recorrían toda la ciudad. A Yuuji no le agradaba la idea de ser el niñero de otro, pero sentía lástima al pensar que ese cachorro le esperaba el mismo destino que él, aunque al menos su madre lo quería, quizá tendría mejor suerte.
El cachorro aprendió a dar sus primeros pasos con él, incluso su primera palabra fue un sonido parecido al de su nombre: "Uji", balbuceaba el pequeño, hasta que por fin pudo pronunciarlo bien. Yuuji también sentía cariño por el pequeño, pero al ser carente de afecto, prefería no demostrarlo. Aún así, el pequeño Satoru no se despegaba para nada de él, siguiéndolo a donde quiera que iba.
Ahora ellos tenían ocho y dos años, respectivamente, y se encontraban a una calle de su "hogar". El sitio estaba acordonado, había policías en todos lados y gente curiosa tratando de ver la escena. Yuuji decidió acercarse para ver lo que pasaba, así que escondió a Satoru en un callejón entre unos cartones y le dijo que no se moviera de ahí.
El pequeño pelirrosa se escabulló entre la gente, al llegar adelante, pudo ver como la policía se llevaba los omegas esposados, algunos estaban golpeados, otros parecían fuera de sí y se resistían a ser llevados. La prensa tomaba fotos, y uno de los reporteros estaba entrevistando al jefe de policía, quién dijo:
- Como veran, estos omegas han cometido actos contra el pudor, y se resistieron a ser llevados a la jefatura. Varios de ellos intentaron atacarnos con armas de fuego y nosotros tuvimos que actuar.
Dicho esto, una camilla salió. Quién estaba en ella era la madre de Satoru, y una de las omegas que era su amiga lloraba desconsolada.
- ¡La mat4r0n! ¡Mald1t0s! ¡Ustedes la mat4r0n!
Los paramédicos cubrieron el rostro de la mujer, definitivamente había fallecido.
Lágrimas caían de los ojos de Yuuji, pero su rostro no tenía expresión. De pronto sintió que lo estaban observando, y es que un policía notó su presencia, comenzando a caminar hacia él. Yuuji reaccionó y salió de ahí lo más rápido posible.
Fue al lugar donde había dejado a Satoru. El cachorro se sobresaltó cuando lo vio y se abalanzó a abrazarlo. Yuuji lo cargó y se lo llevó rápidamente de ahí.
No tenía idea de cuánto habían caminado, ni de dónde se encontraban ahora. Al menos tenían ropa abrigadora, por lo que no pasarían en frío esa noche. Sacó de la pañalera unas galletas, el biberón con la leche ya fría y se las dió al menor.
El cachorro llamaba a su madre, y Yuuji no sabía que decir ¿Cómo hacerle entender a un pequeño de dos años que su madre no iba a volver? Acarició su cabecita blanca y le cantó una canción para dormir. El pequeño Satoru, bostezando, le estiró los brazos y le dijo:
- Yuuji, abrazo...
El cachorro pelirrosa lo abrazó, y el cachorro albino se durmió. Lo acostó en los arbustos y se acomodó juntito a él para brindarle calor.
- ¿Y ahora? ¿Qué hago contigo? - dijo preocupado, pero luego de mirar la tierna carita del menor, su corazón se compadeció - Ok, yo voy a cuidarte - le dió un beso en la frente y antes de quedarse dormido, dijo - De algún modo, ya estamos atados a esto.
Así, los dos cachorros durmieron esa noche entre los arbustos, bajo la luz de la luna.
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Bajo la misma Luna 🌙
FanfictionUnidos por la tragedia, dos cachorros indefensos tendrán que luchar para salir adelante y mantenerse juntos. Lo que ellos no saben, es que el destino está dispuesto a ponerlos a prueba. Pero aún queda una promesa: "No importa la distancia, ni el lu...